
Lejos de ser una moda pasajera, el universo de los petfluencers parece tener mucho margen de crecimiento.
Las redes sociales han convertido a muchos animales en auténticas celebridades globales. Tanto es así que ya existe un término específico para referirse a ellos: petfluencers, la unión de pet (mascota) e influencer. Se trata de animales, principalmente perros y gatos, que acumulan millones de seguidores en plataformas como Instagram, YouTube o TikTok, y que protagonizan contenidos patrocinados, campañas publicitarias e incluso cuentan con líneas de productos con su imagen. Aunque sus cuentas están gestionadas por humanos, es el carisma de estos animales lo que ha conquistado a audiencias de todo el mundo.
En 2024, algunos de los petfluencers más conocidos a nivel mundial son Doug the Pug, un carlino con 3,6 millones de seguidores en Instagram; Nala, una gata con el récord Guinness como la cuenta felina más seguida del mundo, con 4,5 millones de seguidores; o incluso animales menos comunes como Juniper, un zorro rojo que suma más de 7 millones de seguidores entre Instagram y TikTok. JiffPom, un pomerania que llegó a tener más de 30 millones de seguidores en sus mejores momentos, se convirtió en una figura icónica del fenómeno. También cabe mencionar a Kabosu, la shiba inu que inspiró el meme Doge y la imagen de la criptomoneda Dogecoin, fallecida en mayo de 2024 a los 18 años.
En España, el nombre más destacado es, probablemente, Pipper, el primer perro en recorrer todo el país y cuya aventura ha sido documentada en libros, redes y hasta en televisión. En su perfil, Pipper promueve el turismo con perros y ha llegado a ser una referencia en la conversación sobre accesibilidad y bienestar animal.
Ingresos millonarios
Pero no se trata solo de likes. Los petfluencers se han convertido en una pieza codiciada del marketing digital. A través de colaboraciones con marcas, publicaciones patrocinadas y productos propios, algunos han generado cifras multimillonarias. Nala, por ejemplo, ha llegado a amasar una fortuna estimada de más de 80 millones de libras (unos 93 millones de euros), promocionando desde comida para gatos hasta videojuegos.
Este fenómeno se inscribe en un contexto de gasto creciente en los animales de familia. Según datos de Animal Health Europe, los titulares de animales domésticos en Europa destinan unos 28 mil millones de euros al año solo en su alimentación. Resulta fácil de asociar por qué, en este escenario, los petfluencers representan una vía muy atractiva para las marcas, no solo por el alcance que ofrecen, sino también por la percepción de autenticidad y ternura que despiertan en los consumidores.
¿Por qué nos fiamos más de un gato?
Detrás de este boom hay también un componente psicológico que acaba de ser analizado en un estudio académico reciente. Según la investigación publicada en el Journal of Advertising Research por un equipo de la Universidad de Strathclyde, en Escocia, los petfluencers resultan ser más persuasivos que los influencers humanos.
¿La respuesta? Su aparente sinceridad. Los animales, al no tener agendas ocultas ni escándalos públicos asociados, generan una confianza inmediata.
La ciencia detrás del fenómeno
El estudio se propuso analizar si los animales son realmente más eficaces que las personas a la hora de recomendar productos en redes...