Coleccionar coches clásicos: el hobbie para el que cada vez resulta más difícil encontrar taller en Madrid

Coleccionar coches clásicos: el hobbie para el que cada vez resulta más difícil encontrar taller en Madrid

Ferrari, Maserati, Rolls-Royce o Hispano-Suiza son algunas de las marcas de automóviles que rara vez se ven por las calles, y mucho menos si se trata de coches clásicos, con décadas de recorrido a sus espaldas. Aun así, son piezas únicas que todavía perviven y con ellas, los talleres especializados. Son lugares en los que desde hace años, mucho antes de que se pusiesen de moda los perfiles de redes sociales que acondicionan este tipo de coches, ofrecen un servicio especializado para los coleccionistas o para los que solo buscan hacer negocio. Por sus manos pasan auténticas joyas, pero se enfrentan a un importante problema: la falta de mano de obra.

El taller Francisco Pueche está especializado desde 1968 en la reparación de coches clásicos. En la actualidad, Ignacio, hijo del fundador, se hace cargo del negocio junto a su hermano: “Nosotros restauramos coches siempre anteriores a 1970. La gente que suele venir es aficionada, y esta es una afición como otra cualquiera, nada más que eso”, explica este especialista. No obstante, los aficionados a los coches clásicos saben bien que no es del todo así. El mismo Ignacio Pueche lo explica: “Es verdad que hay pocos hobbies de los que puedes disfrutar de ellos unos diez años y luego recuperar parte del dinero invertido, como sí ocurre con los coches clásicos”.

Pueche sostiene que “vale lo mismo arreglar un coche bueno que uno malo”. Por su taller de Alcorcón han desfilado ejemplares de Ferrari, Maserati, Jaguar, Alfa Romeo y hasta Hispano Suiza. En estos momentos, están tratando unas dos decenas de automóviles. “Aquí hay dos partes. Una, deshacer el coche hasta el último tornillo y luego volver a montarlo. Otra, el mantenimiento que durante los años necesita el vehículo”, señala.

Retromóvil, en Ifema. (Europa Press/Ricardo Rubio)Retromóvil, en Ifema. (Europa Press/Ricardo Rubio) Retromóvil, en Ifema. (Europa Press/Ricardo Rubio)

A pesar de que en un primer momento puede parecer complicado acceder a las piezas necesarias, Pueche comenta que existe una importante industria auxiliar en Francia, Inglaterra y Estados Unidos. “Lo complicado viene cuando son coches de antes de la Segunda Guerra Mundial, que también los tratamos, como los Bentleys o Rolls-Royce”, ilustra. En otros casos, ni siquiera existen esas piezas, por lo que las fabrican de nuevo.

Las cuentas

“Es una afición cara”, reconoce Pueche. Además de las aproximadas 80 horas de trabajo que lleva ensamblar un coche por completo, los repuestos se realizan en series cortas. “Ahora es quizá algo más barato porque algunas marcas de coches fabrican en India o Vietnam”, detalla el experto. Al fin y al cabo, se trata de un dinero invertido en disfrutar del coche. “Si solo lo tienes guardado en tu garaje para enseñárselo a los amigos esperando a que suba su precio, no eres un aficionado a los coches clásicos, sino un especulador”, sentencia.

Alfredo Herrera Sánchez

Los coleccionistas son un grupo reducido. Y aunque en Madrid hay cierta afición, el margen de beneficio para un taller es muy justo. “No hay mucho movimiento y, aunque sí es un mercado bastante activo, con esto apenas se gana dinero. Al final de año, lo que cobramos no llega al 60% de las horas reales de trabajo que le dedicamos”, explica Pueche desde su taller, donde ocho operarios se esmeran en dejar impecables los coches antiguos que entran por la puerta.

Clásicos modernos

Daniel Gaitán es el gerente de Autos Gaitán. Establecido en Titulcia, un pueblo del sur de la Comunidad de Madrid, comenzó a restaurar los ahora considerados coches clásicos cuando en aquel momento eran modernos. “Empezamos en 1978 y desde entonces aceptamos estos modelos en lugar de coger más trabajo de coches normales”, relata antes de recordar que un coche del año 2000 ya tiene 25 años de vida.

En su caso, los modelos que más se repiten son el Golf, el MK1 Cabrio 1800 y los míticos 600. “Yo tengo una lista de espera de cuatro meses tan solo para valorar el vehículo. Nos llegan de todas partes de España y también nos encargamos de ir a recogerlos donde haga falta”, explica Gaitán.

Taller de restauración de coches clásicos (Imagen cedida: Autos Gaitán)Taller de restauración de coches clásicos (Imagen cedida: Autos Gaitán) Taller de restauración de coches clásicos (Imagen cedida: Autos Gaitán)

Según su experiencia, en la mayoría de los casos son coches que para el dueño tienen un importante valor sentimental. “También trabajamos para gente que quiere restaurar coches de alta gama como Ferrari o Jaguar como inversión”, señala. De todas formas, Gaitán precisa que los trámites para considerar un coche como histórico se han simplificado mucho en los últimos tiempos. “Si vives en Madrid ciudad te aporta que puedes entrar en la zona de bajas emisiones sin problema, aunque solo 96 días al año. Por eso, mucha gente prefiere restaurar el coche de sus padres o abuelos y mantenerlo como segunda opción para entrar en la capital”, ilustra.

Demasiados pedidos

Gaitán explica que no son una empresa barata en la que restaurar un coche clásico. “Para hacer uno de estos automóviles yo tengo que dejar de tratar otro, así que el precio lo marca ese coste de oportunidad. Cuando más gente quiera restaurarlo, más caro será. Yo ahora mismo tengo 16 coches en plena intervención”, explica. En Autos Gaitán también son unos ocho operarios entre pintores, chapistas y mecánicos y poseen una nave únicamente para guardar estos coches, como si de una sala de espera de hospital se tratara.

Guillermo Martínez

Los mecánicos de coches clásicos se asemejan a cirujanos que necesitan un tiempo concreto para desarrollar sus funciones. Tampoco vale cualquier operario. “Los clientes no quieren que una persona sin conocimiento toque su coche, quieren especialistas para cada cuestión”, agrega Gaitán. No se trata de un trabajo que se estudie, sino que se aprende con la experiencia, lo que complica encontrar nuevos empleados. “Trabajamos por procesos, como una cadena de montaje, y cada uno es experto en un aspecto. Me cuesta mucho encontrar a gente que quiera aprender, porque tampoco hay gente cualificada en el mercado”, subraya Gaitán. Un trabajador que entre en su taller como peón puede cobrar hasta 1.500 euros netos al mes.

Pueche, por su parte, añade que sus trabajadores son “personas mayores que cada vez que se jubilan hace que te eches a llorar”. Desde su punto de vista, el oficio irá a menos por la imposibilidad de atraer nuevos trabajadores. “Yo creo que nos quedan unos 40 años sin problema, pero cada vez seremos menos, tanto coleccionistas como mecánicos que puedan restaurarlos”, concluye el dueño del taller de Alcorcón.



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