Marc Murtra, un técnico al servicio de las empresas del Estado para liderar Telefónica


         Marc Murtra, un técnico al servicio de las empresas del Estado para liderar Telefónica

El gran salto. Después de cuatro años curtiéndose en la gestión de una gran compañía como Indra, con fuertes sacudidas en la gobernanza y con unos equilibrios...

El gran salto. Después de cuatro años curtiéndose en la gestión de una gran compañía como Indra, con fuertes sacudidas en la gobernanza y con unos equilibrios especialmente complicados, Marc Murtra dará el salto definitivo en su designación como presidente ejecutivo de Telefónica. El directivo, caracterizado por un perfil discreto y sin grandes estridencias y con conocimientos técnicos y amplia experiencia en el sector público, se enfrenta a la gran prueba de fuego de su carrera. El ejecutivo catalán deberá pilotar el futuro de la operadora en un momento accionarial muy particular, con la controvertida presencia de STC. Lo hará con la entera confianza de la Sepi y el respaldo de Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa y un aliado.

Murtra (Reino Unido, 1972) saltó a la escena corporativa nacional hace cuatro años cuando la Sepi lo aupó como presidente de Indra en sustitución de Fernando Abril-Martorell. Aterrizó sin experiencia al frente de una gran corporación, pero con importantes conocimientos del mundo tecnológico y empresarial por su tiempo como asesor de varias operaciones corporativas en su firma Crea Inversión. Entre las transacciones firmadas se encontraron adquisiciones y ventas de varias compañías tecnológicas catalanas de mediano y pequeño tamaño.

En los últimos años ha tenido que perfeccionar la capacidad para navegar en aguas turbulentas en la cúpula de una empresa del Ibex 35 y también manteniendo complicados equilibrios entre todas las partes. Cuando aterrizó en Indra debió mantenerse como presidente no ejecutivo con una estructura de dos consejeros delegados y con un máximo órgano de decisión especialmente crítico. Posteriormente se enfrentó a la junta de 2022 en la que cesaron o dimitieron buena parte de los consejeros independientes críticos tras una alianza de la Sepi -su gran valedora-, Sapa y Amber Capital.

En los últimos tiempos ha lidiado con un día a día en el que ha ido ganando peso directivo en la empresa de defensa y tecnología y poder después de asumir parte de las tareas ejecutivas en detrimento del actual consejero delegado, José Vicente de los Mozos -con el que ha habido diferencias respecto a operaciones corporativas relevantes en el pasado-. Al igual que sucediera con Ignacio Mataix, ha intentado mantener esos equilibrios complicados pese a todo.

En su trayectoria ha tratado de conjugar los intereses políticos con la gestión corporativa con su experiencia en el sector público y la interlocución con el mismo. Años atrás, sobre el año 2010, fue uno de los miembros de ese ‘equipo económico en la sombra’ del Partido Socialista de Cataluña (PSC) junto a otros directivos como el propio Maurici Lucena, presidente de Aena. Formó parte de la llamada ‘Generación Blackberry’, por ser el modelo de teléfono utilizado por la administración catalana, entre los que estaban otros cargos jóvenes como Jaume Collboni o Meritxell Batet. Fue una persona cercana a Joan Clos, del que fue jefe de gabinete durante su mandato como ministro de Industria.

Aterriza en una Telefónica con las aguas menos turbulentas que en la Indra de 2021, pero con retos vinculados a la gobernanza y a ese mantenimiento de complejos equilibrios que le ha acompañado en su mandato. Con el apoyo claro de la Sepi y también de Isidro Fainé, que lo fichó como patrono de la Fundación La Caixa hace ahora cuatro años, tendrá que lidiar con la compañía saudí STC, que todo apunta a que no se conformará con el 9,9% de los títulos ni con una relación puramente financiera con el grupo español. Entre los retos se mantienen la revalorización de las acciones en el mercado bursátil, la gestión del negocio de Latinoamérica y un mercado español especialmente desafiante.

Deja una Indra que ya inició su giro hacia el mercado de la defensa, pero que aún no está concluido. Queda por hacer la venta de la división tecnológica Minsait, a la que parte del Ejecutivo había buscado como comprador a la propia Telefónica en el pasado. También está sobre la mesa la potencial compra de Hispasat, que también ha sido impulsada por la propia Sepi y el Gobierno. Y en el lado de gobernanza, queda pendiente qué sucederá con Escribano, la compañía que ha ido ganando peso y poder.

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