El nombre es producto de las palabras en inglés ‘dwarf’, enano y ‘elf’, elfo.
Los gatos dwelf son una controvertida raza felina desarrollada en Estados Unidos a principios de la década del 2000. Su origen se remonta a un elaborado programa de reproducción selectiva en el que se cruzaron tres razas: el sphynx, que aporta la alopecia característica; el munchkin, que transmite la acondroplasia o enanismo; y el curl americano, del que provienen sus orejas curvadas hacia atrás.
La llamativa apariencia de los dwelf, marcada por la ausencia de pelo, las patas cortas y las orejas rizadas hacia atrás, atrajo rápidamente la atención del público, impulsando su popularidad en su país de origen. Sin embargo, esta demanda ha estado acompañada de una creciente preocupación por parte de las asociaciones de bienestar animal y profesionales veterinarios, quienes advierten sobre los riesgos para la salud asociados a la combinación de estas mutaciones genéticas.
A día de hoy, la raza dwelf no cuenta con reconocimiento oficial por parte de ninguna de las principales organizaciones felinas internacionales, aunque sí ha sido admitido por la Cat Federation of Southern Africa (CFSA). Su ‘pariente’ más cercano es el llamado gato elfo, una raza experimental surgida en 2007 que comparte la calvicie y las orejas curvas, pero no presenta la mutación que acorta las extremidades.
Un diseño genético que afecta a su salud
Más allá de su aspecto, los gatos dwelf han sido cuidadosamente seleccionados también por su comportamiento. Se describen como felinos especialmente sociables y orientados a la convivencia humana, con tendencia a formar vínculos muy intensos con sus tutores, hasta el punto de que esta dependencia emocional les acarrea dificultades para adaptarse a los cambios y su intolerancia hacia la soledad.
Sin embargo, es su singularidad física la que conlleva importantes implicaciones para su vida. La combinación del enanismo y la calvicie genera una serie de problemas de salud documentados:
- Sensibilidad cutánea y cuidados específicos: La ausencia de pelo afecta directamente a sus necesidades de cuidado. Sin una capa de protección natural, son más vulnerables a quemaduras solares y requieren protección frente a los rayos UV. Además, al carecer de pelo que absorba la grasa cutánea, necesitan baños regulares una vez a la semana con productos específicos para evitar acumulación de suciedad e infecciones dérmicas.
- Problemas articulares y de movilidad: La acondroplasia, que provoca el acortamiento de las patas, está asociada a malformaciones óseas que pueden derivar en patologías como la lordosis (curvatura anormal de la columna) y el pectus excavatum (deformidad torácica), que pueden limitar su movilidad y requerir control del peso corporal para prevenir el agravamiento de los problemas articulares.
- Complicaciones respiratorias y dentales: Los gatos dwelf suelen presentar narinas estrechas y problemas respiratorios derivados de su estructura craneal. Asimismo, la mutación del esfinge asociada a la alopecia también provoca problemas dentales y dificulta la masticación, lo que hace recomendable una dieta adaptada, preferiblemente con comida húmeda o con croquetas diseñadas para facilitar la ingesta.
- Alto metabolismo y necesidades energéticas: La falta de pelo también influye en su regulación térmica y son gatos que suelen requerir un mayor consumo energético para mantener su temperatura corporal.
A pesar de sus limitaciones físicas, los gatos dwelf siguen siendo felinos que necesitan estimulación mental y física para mantener un equilibrio emocional saludable mediante juguetes interactivos y estructuras adaptadas a su anatomía, como rascadores bajos y plataformas de fácil acceso, que les permitan expresar sus comportamientos naturales de caza y exploración sin poner en riesgo sus articulaciones.