Algo ha cambiado en la relación entre PP y Junts. Lo que parecía una alianza puntual, que comenzó con un pacto para suspender el impuesto del 7% a la producción eléctrica, podría convertirse en una entente estructural. Las dos formaciones han coincidido en multitud de votaciones parlamenarias a lo largo de la legislatura. Pero hasta ahora no se había reconocido una negociación formal. Los contactos, que se produjeron en Senado y Congreso y se supervisaron por Génova, dieron sus frutos. Y Feijóo logra terminar el año parlamentario con un gol por la escuadra a la reforma fiscal del Gobierno.
El PP maniobró con mente fría. En el Senado, los populares evitaron recurrir al veto y presentaron enmiendas parciales a la reforma tributaria del Ejecutivo con la esperanza de modificarla en el trámite parlamentario. Era una estrategia "arriesgada", reconocen en Génova, porque en ningún caso estaban a favor de la política de subidas impositivas del Ejecutivo. Pero vio la oportunidad de torcer el brazo a Sánchez de la mano de los dos socios de investidura con los que comparte una ideología económica conservadora. Y lo consiguió.
En las filas del PP había dirigentes que reconocían afrontar con el máximo escepticismo esa connivencia fiscal con Junts. "Nos utiliza para apretar a Sánchez, pero al final nos tumbarán todo", recelaban. Pero la pinza, al final, aguantó. Dos de las enmiendas del PP quedaron ancladas en la reforma tributaria, en contra del criterio del Gobierno. Una de ellas, la 54, era especialmente sangrante para el Ejecutivo, porque implica anular definitivamente el impuesto a las energéticas.
No sólo Junts votó a favor. También el PNV se sumó a esa "mayoría alternativa" a Sánchez que parece consolidarse, al menos en el terreno económico. A cambio, el PP apoyó otras dos modificaciones fiscales menores de Junts, cuyo contenido compartían. Los contactos parlamentarios se mantuvieron hasta los minutos previos a la votación. Pero no sucedió lo mismo con los jeltzales. Aunque al final terminaron sumándose al bloque, lo cierto es que el PNV quiso descolgarse del PP desde el principio por "respeto" al pacto fiscal suscrito con el Gobierno.
El propio Feijóo reconoció el miércoles, durante una conversación informal con periodistas, que su sintonía con Junts —acotada a asuntos parlamentarios de índole económica o fiscal— es mucho mayor a la que tiene con PNV, con los que ve casi imposible reconducir la relación. Los vascos son "socios estructurales de Sánchez", lamentó el líder del PP, mientras que al partido de Puigdemont le reconoce ser "coherente con su programa político" y, visto lo visto, cumplir con lo acordado.
Hasta la fecha, Génova se había cuidado de exhibir relación alguna con Junts. Cada vez que Feijóo hacía algún guiño, resurgían las voces internas que pedían poner distancia. Pero con el trauma de la amnistía ya suturado, los populares viran el timón y sitúan como prioridad desestabilizar al Gobierno y demostrar que, en muchos asuntos, "no existe una mayoría parlamentaria sólida" y que la "mayoría progresista" con la que predica Sánchez no es más que un espejismo.
Muy satisfecho por haber reunido una mayoría en el Congreso para ahorrar 6.500 millones en impuestos a los españoles.Hay alternativa al infierno fiscal del Gobierno y la seguiremos defendiendo. Sin contrapartidas ni chantajes. Los votos del PP solo sirven a los españoles. pic.twitter.com/eHd1Miljac
— Alberto Núñez Feijóo (@NunezFeijoo) December 19, 2024
En el PP aseguran estar "satisfechos" con el acercamiento de los últimos días, celebran el "buen tono" con el que se han desarrollado las conversaciones con Junts, y creen que esas sinergias parlamentarias podrían repetirse en los próximos meses, al menos en lo relativo a la agenda económica, fiscal... y energética. "Hemos mantenido contactos, y los vamos a mantener", refrendan en Génova, donde aseguran estar dispuestos a explorar nuevos puntos de coincidencia con el partido de Carles Puigdemont dentro del juego parlamentario. Y el próximo filón a explotar es el del apagón nuclear.
Los populares tienen pendiente llevar a pleno una proposición no de ley en la que instará a extender la vida útil de los reactores, en contra del criterio del Gobierno. El objetivo del primer partido de la oposición es testar apoyos de cara al registro formal de una proposición de ley, donde cree que puede volver a encontrarse con Junts, que también se posiciona en contra del calendario de cierre del Ejecutivo por la afectación directa de Cataluña. Si el proceso no se interrumpe, en 2027 comenzará el desmantelamiento con el cierre de la central de Almaraz I. Y el asunto amenaza con pasar a la primera página de la discusión política en los próximos meses.
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Marta Nevot
Salvo cambio de última hora, Feijóo sumará también sus votos a los de Junts en caso de que su proposición no de ley para exigir a Sánchez una cuestión de confianza llegue a pleno, lo que implica un nuevo guiño al partido de Carles Puigdemont. "No tengo ningún interés en confirmar al Gobierno", apuntó el líder popular, una afirmación con la que también descartó la opción de impulsar una moción de censura aprovechando el acercamiento a Junts. Sólo con sus siete votos, y descontando los de Vox, la iniciativa saldría adelante.
Pero Feijóo no quiere pillarse los dedos. Primero porque, a su parecer, las amenazas de Puigdemont a Sánchez son estéticas. Cree que en ningún caso le dejará caer y que, como mucho, trata de elevar el precio de sus votos. "A Sánchez van a sacarle hasta las entrañas", inciden en Génova. Los números siguen sin dar. Y presentar una moción de censura con el riesgo de perderla sigue sin entrar en los planes del mandatario gallego. El líder del PP tampoco se atreve a pronosticar cuándo habrá elecciones. Cuando lleguen, dice, el PP "estará preparado".
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