El músico valenciano que inauguró la era de la comercialidad musical en la Edad Contemporánea sigue enterrado en San Petersburgo tras su fallecimiento el 30 de enero de 1806. En sus últimos dieciocho años de vida, Vicente Martín i Soler (Valencia, 1754 o 1756) trabajó en la corte de los zares durante los reinados de Catalina II, Pablo I y Alejandro I. Antes de ser reclutado por la emperatriz Catalina 'la Grande', en 1788, le bastaron cuatro años en la capital del Sacro Imperio Romano Germánico de José II para convertirse en el compositor más célebre de la Viena de su tiempo.
La Viena de un Mozart hegemónico jamás sucedió porque la Viena de Martín i Soler resultó una realidad avasalladora en fervor popular y en favor imperial. Con el paso de los años, quien transcendió hasta convertirse en mito fue el salzburgués mientras que el valenciano cayó en el olvido: genialidad desatendida frente a artificio pirotécnico del momento. El poeta véneto Lorenzo Da Ponte, el Bob Dylan del clasicismo europeo, escribió para Amadeus las óperas 'Così fan tutte', 'Don Giovanni' y 'Las boda de Fígaro' y para Martín creó los libretos de 'Una cosa rara', 'L'arbore di Diana' o 'Il burbero di buon cuore'.
Francisco Bueno es Profesor Titular del Departamento de Historia del Arte de la Universitat de València. "Para situarnos en el contexto de la época debemos tener en cuenta que existieron dos facciones entre el público que asistía a los conciertos: los kenner y los liebhaber. Los primeros eran los conocedores y los analistas críticos, estos admiraban a Mozart, mientras que los segundos, formaban el grupo mayoritario de aficionados a la música y amantes de los sonidos sencillos de Martín i Soler. El español fue un compositor de escritura fácil, con un gran talento para la melodía. Mozart ha ganado la posteridad porque ya era un genio en su tiempo, consciente de la perdurabilidad de su música".
El valenciano practicó con maestría su propósito por componer bonito. Concibió músicas fáciles de tararear para los oyentes, melodías pegadizas de silbido elemental. “Lo logró durante mucho tiempo, de tal modo que hasta el primer Romanticismo, allá por 1830, en Europa se perpetuaron los arreglos de cámara de las arias de Martín i Soler”, explica el musicólogo.
Las únicas fuentes primarias de investigación entre los historiadores para abordar un análisis riguroso sobre la relación personal y laboral entre Wolfgang Amadeus Mozart y Vicente Martín i Soler son las memorias escritas por su libretista común Da Ponte y las referencias a la popularísima ópera del valenciano 'Una cosa rara' que el compositor de Salzburgo ofrece en su obra 'Don Giovanni' y en el 'Concierto para Clarinete K. 622'. Esta escasez de materia prima y la falta de estudios sobre el vínculo entre compositores deja abierta cualquier hipótesis. "Es probable que existiera cierta amistad entre Mozart y Martín i Soler, pero también hay motivos para pensar en una enemistad por cuestiones comerciales", incide Bueno, "el valenciano era el compositor más popular de su tiempo, mientras que el de Salzburgo se sabía genial, pero no gozaba del tal fervor entre el público".
El crítico apunta a la tesis sobre el respeto y el reconocimiento mutuo. "Aún no hay un estudio sobre la posible influencia de Martín i Soler en 'La flauta mágica' de Mozart pero sí indicios. En 1787, Martín i Soler estrenó en el Burgtheater de Viena, el teatro imperial de la corte, su ópera 'L'arbore di Diana'. Obra predilecta de José II de Austria por sus críticas al clero y considerada la pieza más notable del autor valenciano. Se debería estudiar su influencia en 'La flauta mágica' de Mozart porque advierto concomitancias".
En 1789, con Martín i Soler ya ejerciendo de director de la ópera de San Petersburgo, en la corte de Catalina II de Rusia, en Viena se repuso su obra 'Il burbero di buon cuore', y la cantante francesa Louise Villeneuve eliminó un par de arias para soprano contenidas en el original. “Parece ser que Mozart se ofreció para recomponer esas dos arias y salvar la integridad de la obra que el capricho de la cantante amenazaba”, comenta Francisco.
El argumento tradicional sobre la mala relación entre ambos se basa en conjeturas sobre las complicaciones económicas y de ego que la competencia entre las obras de los autores podría haber causado a Mozart. La realidad de los datos muestra que el público vienés prefería las melodías de Martín i Soler. Una obra, hoy atemporal, como la mozartiana 'Las bodas de Fígaro'. Se estrenó en Viena el 1 de mayo de 1786 y después de representarse ocho veces tuvo que marchar a Praga. El advenimiento de 'Una cosa rara', el 17 de noviembre de 1786, y su repetición en el Burgtheater entre 40 y 60 veces, dependiendo de las fuentes consultadas, evidencia la celebridad de la música del valenciano y su consecuente fortaleza empresarial frente a sus competidores. El éxito de 'Las bodas de Fígaro' en Praga salvó a la compañía escénica que representaba a Mozart de caer en bancarrota.
El periódico austríaco Skizze von Wien publicaba en 1787: "Una cosa rara volvió loca a toda la ciudad y en sus representaciones unas 300 o 400 personas se quedaron sin entrada por falta de asientos". La obra se extendió por los teatros de Londres, Nápoles, París, Lisboa, San Petersburgo, Madrid, Barcelona y otras urbes europeas convirtiéndose en referente musical incontestable de su contemporaneidad.
Un año después, cuando Mozart inauguró su 'Don Giovanni' citó un fragmento de 'Una cosa rara' en su propia ópera. Es una autocita del libretista Lorenzo Da Ponte, escritor de la adaptación de 'El burlador de Sevilla y el convidado de piedra' de Tirso de Molina, pero debió ser consensuada con Mozart y es inviable conocer si el austríaco la utilizó con doble sentido para criticar la fama de Martín i Soler entre la plebe. “Puede que fuera un testimonio de admiración o una burla, dada la popularidad de Martín i Soler. Estas son las hipótesis que se han manejado toda la vida sobre su relación. Yo prefiero creer que las citas de Mozart a Martín i Soler, tanto en 'Don Giovanni' como en el 'Concierto para Clarinete K. 622' son un guiño, porque si uno envidia a alguien no le hace referencias explicitas”, concluye el profesor de Historia de la Ópera en la Universitat de València. 'Una cosa rara' no se estrenó en el Teatre Principal de Valencia hasta 1992.
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