¿Por qué baja la libido cuando damos el paso de la convivencia?


         ¿Por qué baja la libido cuando damos el paso de la convivencia?

En el momento en el que se empieza a vivir junto a la pareja bajo el mismo techo, la vida sexual se transforma

Escribo este artículo con un pañuelo de papel casi pegado a la nariz, ojerosa por haber descansado mal por el catarro e hinchada por la proximidad de mi regla. Es de esos momentos en los que mi pareja va a verme de todo menos atractiva. No hay problema, forma parte de la convivencia.

Se suma a la lista de ocasiones en las que la confianza pesa más que cualquier otra cosa y nos mostramos con la comodidad de los compañeros de piso. Al igual que si él aparece con unos calcetines o calzoncillos agujereados.

Antes de irnos a vivir juntos, estas imágenes eran un misterio. Algo que no podíamos imaginar el uno del otro, ahora son parte del día a día y vendrán más, lo tengo claro.

Y sé que es uno de los factores que influyen de cara a que nuestra libido, como la de tantas otras parejas, se haya resentido desde el momento en el que nos fuimos a vivir juntos.

Pensando en ello, en dar ese paso, siempre parecía que iba a suceder lo contrario, ¿verdad? Que al tener más tiempo con esa persona -así como un espacio privado siempre disponible-, las ganas iban a aumentar. Un festín de sexo a diario.

Pero una de las cosas que se pierden es esa anticipación de antes. Cuando te veías menos con la otra persona, no solo os echabais en falta, la perspectiva de coincidir era un factor motivador que parecía indicar que, cuando os vierais, iba a pasar.

Esto es algo que me veo recordando en las sesiones de sexología, sobre todo con quienes llegan con preocupación y me dicen que no entienden qué está pasando en su relación.

No les saco el estudio de la Universidad de Southampton de 2017, pero debería, porque los investigadores descubrieron que vivir juntos suele influir en el sexo.

La conclusión a la que llegaron es que hombres y mujeres perdemos interés en el sexo con el tiempo, y claro, cuando tu pareja se convierte en tu compañero de piso, no es la cosa más excitante del mundo.

Es algo que podríamos definir incluso de paradoja: crece tu vínculo en pareja, pero disminuyen las ganas.

¿Se puede hacer algo al respecto?

No hay un solo problema en pareja cuyo primer paso no sea hablar de ello, mencionar en alto el elefante en la habitación para partir de un punto conjunto: esto es lo que pasa, vamos a ponerle nombre y pensar qué queremos hacer con ello.

En esa conversación se puede hablar de cómo se siente cada uno al respecto, si no es algo que eche en falta, si es algo que sí que ha notado… Y, en definitiva, intentar definir una panorámica de qué es lo que gustaría que sucediera a partir de ese momento.

Por supuesto, la calidad es más satisfactoria que la cantidad, por lo que puede que si la libido cae y los encuentros íntimos disminuyen, no se perciba como algo problemático si se cuidan otros aspectos que producen mucho placer.

Además, mantener vivo el flirteo durante la convivencia es un arte (sí, tú también puedes hacer sentir sexy a tu pareja mientras tiende las sábanas bajeras).

Ya que se ha dado el paso de vivir juntos, se puede seguir profundizando en la intimidad teniendo una idea más clara de qué es lo que le pone a la otra persona, una información muy valiosa en cuanto a que nos da pistas de cuáles son los factores que disparan el deseo de nuestra pareja.

Y, para terminar, no puedo olvidarme de recordar que aunque relacionemos mentalmente "sexo" con coito, es un abanico de prácticas que van mucho más allá de meterla y sacarla. Que sexo puede ser que nos den un masaje, acariciarnos o mirarnos sin ropa.

Porque estoy segura de que favorece también a ese factor motivador perdido el hecho de no saber qué vas a encontrarte la próxima vez que intimes con tu pareja.

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