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Las lluvias torrenciales en Valencia recientes, originadas por una DANA, han reavivado el debate sobre estos fenómenos en España. En una entrevista con ¡Hola!, el meteorólogo Mario Picazo ha abordado el contexto y las consecuencias de esta catástrofe, señalando que las depresiones aisladas en niveles altos, son cada vez más comunes. Esto se debe, en parte, a cambios en las corrientes atmosféricas y al aumento de temperaturas del Mediterráneo.
Picazo explicó que las DANA ocurren típicamente en otoño e invierno, aunque también pueden surgir en verano. “Noviembre es el mes por excelencia”, puntualizó, señalando que el Mediterráneo, al estar especialmente cálido en estas fechas, actúa como una fuente de energía que agrava las tormentas. Aun así, afirmó que pocos esperaban la magnitud del desastre en Valencia, lo que hace imprescindible estudiar las condiciones que desencadenan estas lluvias desbordantes.
El meteorólogo comentó la dificultad de prever con precisión los lugares específicos que afectarán estas tormentas. Aunque había advertido el domingo sobre lluvias intensas en el sur de la Comunidad Valenciana, “es muy complicado prever dónde exactamente y a quién va a afectar”. La DANA golpeó algunas zonas con un nivel de intensidad inusual, provocando inundaciones y daños en áreas vulnerables, una consecuencia que recuerda la importancia de fortalecer la prevención.
Picazo señaló que el relieve cercano a la costa, como Castellón, Alicante o Málaga, tienen orografías que favorecen la intensificación de las tormentas cuando el viento sopla del mar hacia la tierra, amplifica el riesgo. Estas zonas, caracterizadas por montañas próximas al mar, están expuestas a lluvias torrenciales. Las barreras geográficas pueden canalizar la lluvia hacia barrancos y ríos, agravando los desbordamientos y dificultando el drenaje.
El experto vinculó este tipo de eventos al cambio climático. Según Picazo, el aumento de la temperatura en los mares genera más vapor, intensificando las lluvias. Además, el deshielo del Ártico altera las corrientes atmosféricas, “favoreciendo que esas bolsitas de aire frío lleguen con más frecuencia a España”. Esto sugiere que las DANA se volverán no solo más frecuentes, sino también más intensas y difíciles de predecir.
Para mitigar el impacto de futuras DANA, Picazo enfatizó la necesidad de medidas de adaptación. Considera esencial invertir en infraestructura, como cauces adecuados en las áreas de riesgo. Según él, la ingeniería civil podría ayudar a minimizar el impacto de las inundaciones, y recalcó que el cambio climático exige esfuerzos tanto locales como globales para limitar sus efectos a largo plazo.
En conclusión, Picazo advierte que no se descarta que nuevas DANA afecten otras áreas costeras en España, como Cataluña o Murcia. Para él, la clave está en la preparación y adaptación a estos fenómenos cada vez más comunes, impulsados por un cambio climático que exige una acción coordinada en múltiples frentes, desde la reducción de emisiones hasta la planificación urbana resiliente.
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