La joya del modernismo europeo en Tarragona: la única que nunca ha cambiado su diseño originalEl desconocido monasterio modernista de Barcelona con unas increíbles vistas al mar
Barcelona se despliega como un auténtico museo al aire libre, donde cada calle, cada plaza, cada edificio narra una historia rica en tradiciones y vanguardias. El Paseo de Gracia, en particular, es una de las arterias más emblemáticas de la Ciudad Condal, un lugar donde la modernidad se encuentra con la historia.
Al caminar por ella, se pueden admirar algunas de las joyas arquitectónicas más representativas de finales del siglo XIX y principios del XX, como la Casa Batlló y la Casa Milà, de Antoni Gaudí o la majestuosa Casa Les Punxes, obra de Josep Puig i Cadafalch, que parecen contarnos las glorias de una Barcelona cosmopolita y vibrante.
Pero hay un coqueto tesoro del modernismo catalán, poco conocido por los turistas, que esconde entre sus muros una preciosa historia de amor. Este es el caso de El Palauet, el exclusivo hotel de lujo que fue proyectado en 1906 por el arquitecto Pere Falqués i Urpí. Este coetáneo de Gaudí (como muchos, opacado por el maestro) diseñó ese mismo año las famosas Bancs-Fanals.
Un tesoro modernista en el corazón de Barcelona
Lo hizo a partir del clásico "trencadís" (fragmentos de azulejos rotos) del modernismo catalán en el banco y el hierro forjado en las farolas a partir del efecto coup de fouet (su trazado reproduce el movimiento del crecimiento natural de las plantas). La historia de El Palauet comienza con Josep Matheu, un conocido empresario textil de la Ciudad Condal, y su mujer Bonaventura Ferrer, que se detenían frente a la fachada de este edificio en sus paseos matinales, admirando su belleza y soñando con construir allí su hogar. Su economía le permitía hacerle ese regalo a su amada, así que no se lo pensó dos veces.
Un día, el empresario decidió comprar el inmueble como el mayor acto de amor hacia su esposa, adoptando desde ese momento el nombre de Casa Bonaventura Ferrer. Muestra de su especial conexión es una poesía escrita en un pergamino que se ha encontrado recientemente en el interior del hotel, donde Matheu se abre en canal y plasma sus sentimientos.
A lo largo de los años, este alojamiento ha tenido usos diversos: ha sido casa familiar y centro de negocios. Los clientes, en su mayoría extranjeros, que querían comprar las telas de este codiciado comerciante se alojaban en una de las Royal Suites reservadas para tal fin. En la actualidad, ha contado con la visita de famosos y personas de la alta sociedad española que han dado buena fe del rango social y buen gusto de sus dueños.
El diseño interior de El Palauet refleja la grandeza y el esplendor de su origen como un espacio concebido para el lujo y el negocio en la Barcelona de finales del siglo XIX. En sus primeros años, fue un lugar destinado a albergar amplias salas de exposición donde se mostraban obras de arte, muebles y objetos decorativos de alta gama.
Estos espacios (algunos conservan hoy su estilo barroco) respiran sofisticación y destacan por una decoración exquisita, donde elementos como espejos y vidrieras engrandecen su belleza. El Palauet se alza hoy como un símbolo de elegancia transformada. Este hotel de lujo, en pleno corazón de Barcelona, conserva la esencia de su pasado mientras ofrece un refugio exclusivo donde el confort y la belleza se encuentran en cada rincón.
En la actualidad, las lujosas suites llevan el nombre de los miembros de la familia que las habitó: cuentan con dos habitaciones, una terraza privada, una cocina equipada y dos baños. Además, los huéspedes disponen de un embajador que está disponible las 24 horas del día para atender sus necesidades. Su fachada esgrafiada de mariposas y tréboles es la puerta de entrada a una experiencia de confort no apta para todos los bolsillos. El precio por noche oscila entre los 1.000 y 2.000 euros.
Además, en su interior conserva 57 techos catalogados y una lámpara de 15.000 cristales de Bohemia, y alberga espacios únicos como el Salón Conservatorio, con una bóveda acristalada, o El Espacio Tinell, utilizado antiguamente como carbonera, donde sorprenden sus columnas con arcos romanos.
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