El municipio con poco más de 400 habitantes cuenta con una impresionante fortaleza antigua que se remonta al siglo XV.
Burgos es una provincia de España con un sinfín de pueblos preciosos, increíbles paisajes naturales y una gastronomía que deja sin palabras. Quizás Covarrubias sea uno de los más famosos, pero el territorio burgalés es el hogar de otros muchos municipios que bien merecen una visita y que tienen mucho para ofrecer.
Si viajas a Burgos, no puedes perderte Peñaranda de Duero, un pueblo de 470 habitantes que pasaría desapercibido si no fuera por el inmenso castillo que habita sus tierras. Ubicado al sur de la provincia y muy cerca de Aranda de Duero, este municipio es el destino perfecto para una escapada de fin de semana donde conectar con la naturaleza y descubrir los encantos de una fortaleza histórica.
El castillo de Peñaranda de Duero
Los historiadores estiman que las primeras defensas del castillo pudieron construirse durante la repoblación de la zona, pero gran parte de la fortaleza que se puede ver hoy en día se construyó a finales del siglo XV, bajo el mandato del conde de Miranda. Los expertos creen que el castillo de Peñaranda de Duero podría haberse levantado sobre otro más antiguo, debido a los restos encontrados en la entrada.
La fortaleza del municipio se parece arquitectónicamente a otras que se encuentran en la comarca, como la de Gormaz; además, está ubicado en un emplazamiento similar a los de Frías y Castrojeriz. En sus inicios, el contaba con un foso que se cruzaba mediante un puente levadizo que llevaba al interior del edificio.
La torre del homenaje es uno de los elementos principales y su construcción se remonta también al siglo XV. Entre los materiales con los que está creada esta fortaleza destaca el ladrillo y la gran utilización de técnicas como la mampostería. Lamentablemente, y como pasó y pasa en muchos pueblos de España, el abandono se acercó lentamente a las puertas de este castillo.
En el siglo XVII la fortaleza quedó deshabitada debido al estado en el que se encontraba después de estar un tiempo en desuso. En aquella época servía como depósito de armamento para un conde de la zona y eso hizo que poco a poco se fuera deteriorando y convirtiéndose en un imponente edificio histórico con poca esperanza de vida.
Pero afortunadamente, logró sobrevivir hasta el siglo XX, cuando gracias a la calidad de sus materiales y el buen estado en el que se encontraba la estructura principal, alguien se fijó en él y tuvo una segunda oportunidad. Se le nombró monumento histórico-artístico en el año 1931 y desde entonces permite la entrada a aquellos viajeros que quieran hacer una visita guiada por una de las fortalezas más impresionantes de Burgos.
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