Zoe, Smiling, Sylve y Fabricio son algunos de los estudiantes cuyas familias viven a miles de kilómetros de Villaviciosa de Odón. Todos han elegido este pueblo de la Comunidad de Madrid para vivir una trayectoria académica diferente. Antes de recalar aquí, ninguno de estos alumnos ni su entorno cercano sabían ubicar en el mapa esta localidad. Tampoco muchos españoles, que desconocen que esta villa fue uno de los lugares elegidos por los reyes para sus cacerías y entretenimiento desde tiempos de Fernando VI.
Más de 300 años después, estudiantes y profesores extranjeros han colocado Villaviciosa de Odón en el mapa mundial. Los alumnos, procedentes de lugares como Quebec, Tokio, Atenas, Auckland o Nueva Delhi, primero ubicaron el país en Europa, después la capital y por último la Comunidad. Para ellos es un lugar idílico, rodeado de naturaleza y donde no se sienten solos porque hay muchos estudiantes como ellos.
Es una pequeña Torre de Babel. Vas por las calles y se escuchan idiomas muy diferentes. Lo mejor es cuando coinciden en la lavandería chicos y chicas que hacen su colada e intercambian impresiones. La mayoría tiene como segundo idioma el inglés, pero es habitual que estudiantes que son de la misma zona utilicen su lengua materna.
El alcalde, Juan Pedro Izquierdo, explica cómo es el día a día de la localidad, con 28.000 habitantes empadronados, y una gran diversidad cultural e idiomática. "Tenemos los mismos problemas que resolver que una ciudad grande. El nivel de exigencia de los vecinos es alto y me parece lógico. Ha sido lugar de vacaciones, de veraneo y ha cambiado mucho en estas últimas décadas. Ahora es primera residencia".
Izquierdo precisa que “la Universidad Europea ha cambiado también el perfil de los vecinos. Es mucho más joven y además no se marcha una vez que finaliza sus estudios. Hay cerca de cinco mil estudiantes residiendo en el municipio y parte son extranjeros de todas las nacionalidades. Estadounidenses, asiáticos, canadienses, africanos, indios... Se ha rejuvenecido la población, pero, por otra parte, los vecinos más jóvenes empadronados tienen más dificultad para encontrar una vivienda”. El edil asume que esta es la parte negativa. Los alquileres para esa población flotante de estudiantes se ha disparado.
La convivencia es muy buena, aunque al principio costó. Había problemas de ruido y de movilidad, que el tiempo resolvió. Ahora es todo lo contrario. Hay locales, bares, restaurantes, tiendas y comercios que se han amoldado a esos nuevos clientes. En estos establecimientos se pueden encontrar tamales, hierbas aromáticas especiales de la cocina india, lentejas rojas, cúrcuma, harina de trigo y condimentos fundamentales para no echar de menos los menús que recuerdan a los hogares de los estudiantes.
Smiling es de Guatemala. Tiene 18 años y es estudiante de diseño gráfico y audiovisual. Dejó su país para emprender una aventura en un campus muy diferente al habitual de las universidades de las capitales. "Quería estudiar fuera y tuve la opción de hacer el examen de matriculación on line. Cuando se lo plantee a mis padres fue duro y tenían miedo, pero lo bueno es que tenía familiares en España, en Mallorca. Dejaba mi país, mi gente y cuando llegué aún no había cumplido los 18. Al ser menor no podía hacer los trámites necesarios para el contrato de alquiler y me acompañó mi madre". Cuenta que cuando llegaron se encontraron un poco perdidas, pero el idioma común les facilitó la vida. "No teníamos piso y nos alojamos en un hostal que es el único que hay. Me llamó la atención que todo estuviera tan cerca y que fuera un pueblo, pueblo. Conseguí un apartamento muy lindo donde hay más estudiantes extranjeros en el mismo edificio. Tengo intención de quedarme aquí hasta que acabe la carrera. Me acostumbré a ser independiente. No se me hizo tan complejo, aunque mis amigos de Guatemala estaban preocupados por si me sentía sola. No sabían dónde estaba y tuvieron que buscarlo en el mapa", recuerda. La estudiante explica que se entiende en inglés y que está aprendiendo italiano por una compañera de la casa en la que vive.
"Me gusta estar aquí porque es más fácil moverse. A Madrid voy a actos culturales y a conciertos. El régimen de comidas es diferente en cuanto a horarios, pero me he acostumbrado. Cocino y he encontrado productos como el aguapanela y salsas picantes. Me llamó la atención que los desayunos son mucho más ligeros. Nosotros estamos acostumbrados a las arepas, huevos, salchichas, fruta... Lo que más me gusta es la gente y lo que menos es el autobús, que tarda mucho", cuenta Smiling.
Silvye, canadiense de 20 años, coincide con su compañera de campus y destaca el hecho de que sea posible cenar a las diez de la noche. "Aunque salgas tarde de clase, siempre hay un bar, una tasca [aprendió esa palabra que no existe en su idioma] o está el supermercado abierto. Cuando vine no estaba muy segura de quedarme hasta finalizar la carrera de odontología". Pero ahora lo tiene claro y en septiembre comenzó el cuarto curso con clases prácticas. Se entiende en inglés, francés y el español, que aún no domina.
Zoe nació en la India, tiene 19 años y también estudia odontología. A su familia le pareció una buena idea mudarse a Villaviciosa de Odón, aunque no sabían en qué lugar de España iba a vivir su hija. "Aquí estamos de todas partes del mundo y es una manera de conocer otras culturas. Me gusta mucho. Me relaciono con españoles que son muy amables. Cocino en casa, pero me gusta conocer nuevos sabores y los viernes suelo quedar con otros estudiantes a comer de tapas", señala.
Fabricio Tudela nació en Lima y estudia Derecho y Relaciones Internacionales. Antes de instalarse aquí vivía en Italia, en un pueblo de Cerdeña y buscaba universidades en España. "Ya conocía Madrid, que es una ciudad de la que me enamoré, pero me había acostumbrado a vivir en un pueblo. Y entonces me encontré con esta villa, que se encuentra cerca de la capital y me matriculé en la Europea. Me gusta la fiesta y al estar en un lugar más pequeño puedo compatibilizar el estudio con las salidas por los locales de la zona. En Madrid hay mucho más barullo. Mis padres sí han venido a verme y les encantó. Me decían que había encontrado la belleza en lo simple". La mayoría de sus amistades son internacionales.
Lugar de reyes y nobles
Villaviciosa de Odón fue durante años un lugar para el esparcimiento de los reyes. El nombre inicial de la localidad era solo Odón y el Villa fue un regalo de Felipe V por ser leal en la Guerra de Sucesión y convertirse en una de las zonas preferidas de la nobleza y realeza de España junto con La Granja y Aranjuez. El topónimo final tiene que ver con la raíz viciosa que se refiere a “abundante, provista y deleitosa”.
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Alfonso Díaz Segura
Cuenta la historia que cuando falleció la reina Bárbara de Braganza en Aranjuez, su esposo Fernando VI no quiso acompañar al cortejo fúnebre hasta la iglesia de las Descalzas Reales en Madrid. Enamorado de la que fue la hija mayor del rey de Portugal Juan V, el apenado monarca se refugió en el castillo de Villaviciosa de Odón acompañado de su medio hermano, el infante don Luis. Era un lugar especial, rodeado de naturaleza, donde crecían encinas, alcornoques, pinos y almendros y donde falleció en agosto de 1759. Fue el lugar perfecto para ahogar su tristeza y disfrutar de una de sus aficiones heredada de sus antepasados. En la primavera de 1739 su padre Felipe V ya quiso reconocer el privilegio del lugar. Y fue su decisión que avaló con el siguiente compromiso: "He venido en declarar que el nuevo Bosque de la villa de Odón o Villaviciosa, y sus límites, con sus aumentos o extensiones que en adelante tuviere, son y han de ser Bosque Real, con todos sus privilegios y libertades".
Y si el castillo fue residencia doliente de Fernando VI, también lugar de encierro del todopoderoso Godoy, favorito del rey a Carlos IV durante un tiempo. La que fue su residencia, que se conoce como la casa palacio Manuel Godoy, totalmente restaurada, es en la actualidad uno de los recorridos que suelen frecuentar no solo los turistas, sino los estudiantes extranjeros que cursan sus carreras en la Universidad Europea. El campus se encuentra a diez minutos caminando por una zona arbolada de la plaza del Ayuntamiento.
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