La laguna de Santa Olalla es el canario en la mina del estado de salud de Doñana y lleva tres años seguidos secándose en verano, lo que significa que ya no existen lagunas permanentes en el simbólico humedal andaluz. Pero este año apenas ha durado seca unas semanas. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), Joaquín Paéz, publicó una foto de esta laguna el pasado 15 de octubre en la que podían verse incluso flamencos y una superficie cubierta de agua con una profundidad de 40 centímetros. Una buena noticia para un espacio protegido que sigue con la respiración asistida cuando se va a cumplir un año del acuerdo entre la Junta y el Gobierno para garantizar la supervivencia del viejo coto.
"No podemos dormirnos en los laureles", advierte Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana, en conversación con esta redacción unos días antes de aparecer en TVE durante el programa de David Broncano. Revilla trabaja en Sevilla, donde está el cuartel general del humedal en un organismo dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Desde allí ejerce como el pepito grillo de los políticos, sobre todo desde que Miguel Delibes de Castro dejó el liderazgo del Consejo de Participación de Doñana y su puesto sigue vacante. Y ejerce un papel necesario porque, a pesar del acuerdo firmado por Juanma Moreno y Teresa Ribera a finales del pasado año y el buen comienzo del año hidrológico, la situación del espacio protegido "sigue siendo muy mala".
¿Significa eso que el pacto entre las dos administraciones no está teniendo los efectos deseados? No parece que así sea, pero sí es cierto que las medidas deben seguir vigentes y que será necesaria una buena dosis de paciencia, ya que los efectos se verán a medio plazo. Eloy Revilla es optimista y confía en el cumplimiento de los compromisos alcanzados por los políticos, pero reconoce que se trata de obras complejas, "el típico proyecto que corre el riesgo de quedarse en un cajón". Y se da la circunstancia de que algunos de los responsables políticos del acuerdo han dejado o van a dejar en breve sus respectivos cargos.
Es el caso de Ramón Fernández Pacheco, exconsejero de Sostenibilidad del Gobierno andaluz que llegó a acudir a Bruselas para explicar a la Comisión la ley que impulsó el PP y que encendió las iras de la UE por su efecto sobre Doñana. También fue quien engrasó la relación con el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, previa a la rúbrica de la entente que firmaron Juanma Moreno y Teresa Ribera. Desde julio, cuando el presidente de la Junta remodeló su gabinete, perdió las competencias de medio ambiente, aunque se quedó con las de agua.
Ribera cogerá el mismo camino próximamente, ya que la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica dejará la cartera en cuestión de semanas para convertirse, si no hay contratiempos, en la responsable de Competencia y Transición Verde de la nueva Comisión Europea. Pedro Sánchez tendrá que buscar una sustituta para uno de los pesos pesados del Ejecutivo, que tuvo un papel primordial en el acuerdo y mantiene buenas relaciones con el Gobierno andaluz después de dos años de choques institucionales a cuenta de Doñana. Para Eloy Revilla, estos cambios no tienen por qué traducirse en un menor compromiso de las dos administraciones con el humedal andaluz, pero no hay que bajar la guardia.
"Lo más urgente es la recuperación del acuífero, pero también es lo más complejo", expresa el director de la Estación Biológica de Doñana. El viejo acuífero 27 está ahora dividido en 5 masas de agua subterránea y no todas están en una situación crítica, pero siguen sufriendo los efectos de una sobreexplotación que apunta en varias direcciones. La más señalada procede de las captaciones de agua, legales e ilegales, para la agricultura, sobre todo de los frutos rojos que son primordiales para la economía onubense.
El acuerdo de Doñana fue posible gracias a que la Junta y el Gobierno se comprometieron a subvencionar la transición de los cultivos de regadío de la zona y la renaturalización de parcelas en la corona norte forestal del humedal. Algunos agricultores podrán recibir hasta 100.000 euros en una década si dan este paso, incluso si en el pasado captaron agua de forma irregular. El Ministerio de Transición Ecológica tiene pendiente lanzar las ayudas para estos productores, aunque ya ha constatado a través de la Oficina Técnica de Doñana la demanda por parte de los regantes.
Otra pata de la recuperación del acuífero pasa por la llegada de agua superficial a Matalascañas, el núcleo turístico que pertenece a Almonte y que dispone de tres hm3 para su abastecimiento. El Gobierno tiene en marcha un proceso para alejar los pozos que funcionan hoy en día, pero el paso definitivo llegará cuando se finalice la infraestructura para que el agua llegue desde Mazagón, al oeste. Estas iniciativas servirán para completar el trasvase de la demarcación del Tinto-Odiel-Piedras a la del Guadalquivir, a la que pertenece Doñana.
Respecto a las aguas superficiales, que son las que nutren las lagunas como la de Santa Olalla, hay una obra clave que será un antes y un después cuando eche a andar. Es la reconexión del río Guadiamar, que desde las últimas lluvias cruje a su paso por Gerena, en la provincia de Sevilla, después de las abundantes precipitaciones que se registraron en su cabecera, en el Castillo de las Guardas. Este río fue desconectado de la marisma durante la dictadura del general Franco para ampliar las zonas cultivables y el proyecto para renaturalizar el cauce está a punto de aprobarse. Será necesaria una inversión de entre 50 y 70 millones de euros, según desvelan en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG).
Eloy Revilla cree que una vez que el Guadiamar quede reconectado los cambios se verán de un año para otro, salvo que llegue un periodo muy seco. Y entonces será posible la recuperación de las especies que se han perdido por la ausencia de lagunas permanentes. Mientras tanto, el científico del CSIC defiende la necesidad de trabajar en la divulgación para que quede claro que la disyuntiva entre naturaleza y economía es "un argumento falso". "Van al mismo tiempo, se estaba secando Doñana y se estaban dejando de producir fresas", recuerda el director de la Estación Biológica, que señala que los agricultores legales llevan tiempo colaborando con los científicos en defensa del humedal.
"Nadie está cómodo saliendo de su zona de confort, pero a veces hay que cambiar porque no queda más remedio", apunta el experto, que admite que existe una conciencia social en defensa del medio ambiente que no siempre se traslada a las conductas individuales.
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