La Barceloneta, histórico barrio obrero y de pescadores, se ha convertido en un importante reclamo turístico de la ciudad condal. Su proximidad al mar lo ha convertido en un atractivo para los visitantes, ya sea para pasear y pasar el día o para buscar alojamiento. Pero los altos precios han generado un nuevo fenómeno, el de los turistas que directamente duermen en la playa. La estampa se ha convertido en habitual para quien pasea a primera hora de la mañana por el arenal barcelonés.
Cada vez son más las personas que duermen a la intemperie, en la aparente comodidad de la arena, y que reciben un nuevo día en primera línea y con vistas privilegiadas al amanecer del Mediterráneo. Existe un patrón muy definido. Se trata de mochileros, europeos mayoritariamente, que eligen Barcelona como destino para sus vacaciones y que pretenden gastar el mínimo dinero posible en alojamiento. Turistas low cost que se estiran en la arena, equipados únicamente con un saco de dormir y chaquetas para taparse tanto del frío de la noche como de los molestos primeros rayos de sol.
Lo alarmante es que el número de personas durmiendo en las playas cada vez aumenta más y en la temporada de vacaciones, el fenómeno es prácticamente imparable. La mayoría de los que optan por esta opción son jóvenes que ven desorbitado pagar lo que piden los hoteles (el precio medio de una habitación está en 195 euros la noche) o los apartamentos turísticos. Y aunque Barcelona y otros puntos de España siguen siendo más baratos que determinados destinos europeos, las distancias se recortan.
Alternativas a los precios "prohibitivos"
"Alguna vez lo he hecho. Es la última noche que estás en una ciudad, sales a una discoteca y no pretendes llegar hasta que haya amanecido, no voy a gastarme el dinero en un hotel, ya descansaré cuando llegue a casa", explica un joven barcelonés, que admite que las veces que ha llevado a cabo estas prácticas ha terminado durmiendo a la intemperie. "Compensa porque hay ciudades muy muy caras, y ahorrarse una noche marca la diferencia entre poder o no poder viajar", añade.
Las acampadas en la playa no son la primera señal de alerta por precios desorbitados. Aunque el aeropuerto ha batido récord de visitantes en agosto, con un total de 5.414.596 pasajeros, casi un 9% más que en el mismo mes de 2023, Barcelona cierra su temporada veraniega sin récord de visitantes alojados. En los meses de julio y agosto la ocupación ha sido del 85%, 3,9 puntos menos que en 2023. En total, la capital catalana ha registrado 45.000 pernoctaciones menos que en 2023 y 60.000 si los datos se comparan con los de 2019. Pero los hoteleros dicen no estar preocupados porque el perfil de turista que llega es de mayor poder adquisitivo, estandarte del turismo de calidad.
No solo los más jóvenes se ven afectados por la subida del precio de los hoteles. Muchas familias buscan alternativas fuera de la ciudad e incluso del área metropolitana y apuestan por las comarcas de alrededor de la capital catalana a la que se desplazan en tren. Algunos explican que también han encontrado una solución en los campings, que les ofrecen además piscinas y cercanía a la playa para paliar un "calor extremo" al que dicen no estar acostumbrados.
Un problema "enquistado"
Pese al trabajo del Ayuntamiento y de la Guardia Urbana para recordar que dormir en la playa está prohibido, el perfil de los infractores es muy heterogéneo y muchos de ellos no tienen alternativa. Según fuentes del consistorio, parte de las personas que pasan las noches de verano en la playa son personas sin hogar, difíciles de contabilizar por su alta movilidad, que durante el resto del año viven en otros puntos de la ciudad.
Pero no se trata de un fenómeno nuevo. El verano pasado, los vecinos de la Barceloneta alzaron la voz para denunciar que un grupo de migrantes se había instalado con tiendas de campaña en la playa y que dormían a diario en la arena. En su momento, el Ayuntamiento de Barcelona confirmó que de las decenas de personas que pernoctaban en la playa de la Ciudad Condal, tan solo 12 accedieron a ser atendidos por los servicios sociales del consistorio.
Turismofobia: ¿desde cuando España tiene problemas con los visitantes?
Celia Maza. Londres
Este verano, pese a que el fenómeno sigue aumentando, el Ayuntamiento no cuenta con datos concretos del número de personas que descansan en la playa. Pero ante el creciente número de quejas, lo que sí confirman fuentes municipales es que están efectuando un diagnóstico para determinar el perfil de las personas que pernoctan en la zona de la Barceloneta y que actuarán según marque la ordenanza municipal. "Cuando se trate de personas en situación de exclusión social, no se procederá a la denuncia y se coordinará cualquier actuación con los servicios sociales", explican desde el área de Derechos Sociales del consistorio.
A todo esto, hay que añadir que los fines de semana, jóvenes, muchas veces extranjeros, que vuelven de fiesta de las discotecas del Port Vell o de botellones en la propia playa, acaban dormidos en la arena. "A esos los identificas rápido porque no van preparados como los otros, ni saco de dormir, ni mochila", relata Anna T. una vecina de la Barceloneta que explica que, en varias ocasiones, estas personas que duermen a la intemperie han sufrido robos y agresiones.
Prácticas prohibidas y multas de hasta 600 euros
En Cataluña, la acampada libre en las playas está estrictamente prohibida y en ningún caso se puede instalar una tienda de campaña u objetos de camping en la arena para pernoctar. Antes, algunos municipios permitían estas prácticas, pero las normativas cada vez son más restrictivas con la premisa de proteger estos espacios, su ecosistema y el equilibrio natural.
El Ayuntamiento de Barcelona es tajante: no está permitido acampar en las calles ni en los espacios públicos, incluidas las playas, ni dormir "ni de día ni de noche". De igual manera, tampoco se permite usar bancos o asientos públicos para dormir, ni usar fuentes o duchas para lavar la ropa.
Pese a que el consistorio insiste en que no está permitido dormir en la playa y amenaza con posibles denuncias, la realidad es que la Guardia Urbana se limita a alertar y recordar a los infractores que la actividad no está permitida, y los desalojan. Los vecinos, cansados de encontrar basura en la playa, piden al ayuntamiento que endurezca los controles y los castigos. Para hacerlo ponen de ejemplo al municipio de Badalona, cuyo alcalde es el popular Xavier García Albiol, que multa con hasta 600 euros las acampadas en la playa.
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