Con la época estival, las costas españolas ven la llegada de turistas como cada año. No obstante, algunos bañistas que acuden de forma habitual al mismo lugar costero de vacaciones desde hace años pueden apreciar que cada vez hay menos arena donde poder plantar la sombrilla. La subida del nivel del mar amenaza cada vez más al litoral español, que va viendo cómo sus metros de playa van disminuyendo año tras año y cómo los temporales afectan a las construcciones de primera línea.
Según un informe de Greenpeace, en 2030 ya se esperan impactos muy graves en la costa de ciudades como Barcelona, Vigo, Málaga o Santander. Afirman que para final de siglo, en ciudades como Cádiz o Bilbao, el mar se habrá adentrado en más de 40 metros de playa, llegando hasta los 70 en ciudades como Barcelona.
Ante esta la situación, los Ayuntamientos intentan prepararse como pueden. Cantabria es una de las Comunidades Autónomas que más puede verse afectada ante este evento. San Vicente de la Barquera ya ha empezado a actuar, pero admiten que no saben lo que puede ocurrir y que, en situaciones extremas, están sobrepasados. Cuando hay periodos anuales en los que las mareas tienen unos coeficientes muy altos, el agua se sale. Los estiman entre unas cuatro y seis veces al año. "La última vez que sucedió por la zona del paseo marítimo atravesó bares enteros", cuenta a El Confidencial la alcaldesa de la localidad cántabra, Charo Urquiza.
Al ver que ocurrían estos incidentes empezaron a plantear medidas. "De manera rápida tuvimos que actuar todos. Se ha hecho un pequeño muro, de unos 50 centímetros, en la zona donde se salió el agua", cuenta la regidora. Pese a esta actuación, dice que aún no ha cumplido su función porque desde ese episodio no han vuelto a tener una época de mareas altas. Añade que también comienzan a notar los efectos en las playas: "Hace años que está ocurriendo que las mareas están erosionando la parte inferior de las lomas, en la parte más superior de la playa, y están haciendo que se generen grietas"
Ante esto, desde el Ayuntamiento piden ayuda al resto de administraciones, ya que las playas no entran dentro de la competencia municipal. Afirma que tienen que dedicar el 10% del presupuesto municipal en conceptos como Salvamento Marítimo o la limpieza de las playas cuando son competencia del Estado. "Necesitamos más ayuda porque somos un municipio pequeño con unas playas que no podemos soportar. De buenas maneras pido auxilio tanto al Gobierno de Cantabria como al Gobierno de España" explica la alcaldesa.
"San Vicente es un municipio con una playa que no puede soportar. Pido auxilio tanto al Gobierno de Cantabria como al Gobierno de España".
Urquiza cree que, pese a la construcción del muro, el agua seguirá entrando, pero espera que se quede en la carretera y no llegue a los bares. Cuenta que la gente lo vive con gran preocupación. "La última vez que ocurrió tuvieron que cambiar neveras, suelos y mucho más material, fue un problema muy grande para ellos". Por último, apunta que ella habla por su municipio, pero sabe que esto le ocurre "a todos los municipios pequeños del frente costero de Cantabria".
Suances es otro de los municipios que puede verse afectado por estos acontecimientos. Sin embargo, desde la Concejalía de Medio Ambiente afirman a El Confidencial que "desde el Ayuntamiento no hay ninguna medida ni posicionamiento a tomar al respecto", aunque sí comentan que, en relación con la evolución de las costas españolas, y en concreto sobre el futuro del litoral del municipio, sí que ha habido comunicaciones con la institución Red Cambera que, a través de un proyecto que están llevando a cabo sobre el cambio climático y la afectación en los municipios de Cantabria, han mantenido diferentes comunicaciones con el Ayuntamiento.
Javier Olcina es un referente en este ámbito. Es Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, donde dirige el Laboratorio de Climatología. Olcina comenta a este periódico que el impacto en España será alto debido a la dependencia económica existente por el turismo. El inicio del problema reside en que el proceso de calentamiento de los polos ha sido más rápido de lo que se esperaba, especialmente desde 2010.
La situación de crecida del mar en España es muy diferente dependiendo el tipo de costa. Olcina apunta que en la parte atlántica sufrirá una mayor afectación de cara a final de siglo debido al mayor impacto de las mareas. Por otra parte, en la sección mediterránea, comenta que la mayor preocupación no debe ser el aumento del nivel del mar, sino la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos, ya que con el oleaje pueden hacer un gran daño a la primera línea de costa y que en localidades como Guardamar del Segura (Alicante) ya están sin arena y con viviendas destruidas.
"Habría que hacer una cartografía de viviendas y espacios que tienen una ocupación permanente". Olcina comenta que las soluciones no son de hoy para mañana, por lo que hay que pactar con los propietarios el traslado a otros puntos o las compensaciones económicas pertinentes. "No puedes llegar mañana con una excavadora y quitarle la casa a una persona" apunta el catedrático. "Las soluciones pasan principalmente por dos vías: el acuerdo y los desalojos de la primera línea y las medidas de ingenierías como diques o espigones".
Olcina apunta que no se puede dar siempre un mensaje catastrófico, pero "hay que gestionar el cambio climático. Prepararse y actuar". Por último, alerta de que en España no se le está prestando la suficiente atención a este tema, ya que siempre se depende de informes internacionales. "Se debería monitorear más. No tenemos apenas boyas que permitan controlar la situación" y recalca el riesgo que tiene este problema por su carácter silencioso. "Te das cuenta de la importancia cuando echas la vista veinte años atrás y comparas".
No hay región costera en España que no esté expuesta y que tenga asegurada la estabilidad: exceso de urbanización e infraestructuras, contaminación, y la subida del nivel del mar están en el foco de ayuntamientos y organismos ecologistas. Los expertos advierten que aún quedan unos años para actuar y adaptarse a los peligros que puede afrontar la costa, pero las soluciones que se plantean necesitan de previsión y anticipación. Los locales y los vecinos residentes en primera línea frente al mar siguen mirando la marejada con cautela a la espera de soluciones.
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