Fue uno de los golpes más importantes al narcotráfico en la Costa del Sol. 6.300 kilos de cocaína que introdujo un entramado holandés a través de Portugal y que ocultaron en naves industriales y viviendas distribuidas por distintos municipios de Málaga. Una operativa internacional que se comenzó a fraguar en Costa Rica y que implicó a varias empresas importadoras para mover droga valorada en más de 1.000 millones de euros. 18 investigados han sido encausados por la Audiencia Nacional (AN) en un proceso en el que la Fiscalía Especial Antidroga solicita para ellos una suma total de 356 años de prisión.
La calificación del Ministerio Público, a lo largo de 50 páginas, describe con tremenda exactitud las dos operaciones que supuestamente lideraron los neerlandeses Marco C.H. y Hans. L.M.V. para trasladar desde Centroamérica más de seis toneladas de cocaína en contenedores marítimos que transportaban bananas.
La investigación sobre ellos se inició en 2018. Agentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) Costa del Sol y de la Unidad Central Operativa (UCO) pusieron el foco sobre un "entramado criminal" asentado en la provincia malagueña, pero "con vínculos en otros países de la Unión Europea (UE), como Portugal, Países Bajos o Rumanía". La organización controlaba toda la cadena del tráfico de cocaína y drogas de diseño: "Desde su importación, introducción y fabricación, hasta su distribución final y venta a terceros". "Para proteger este mercado, al tiempo que para acceder al de otros competidores, sus miembros habían hecho acopio de numerosas armas de fuego y de guerra". El arsenal estaba oculto, pero preparado para "un eventual episodio de violencia".
El escrito de acusación, al que ha tenido acceso El Confidencial, recoge que la red, "bajo la apariencia de importaciones de fruta", introducía en España grandes cantidades de cocaína que se transportaba en contenedores procedentes de Costa Rica. El punto de entrada de la droga a Europa era el puerto de la localidad portuguesa de Setúbal, desde donde se trasladaba la mercancía a Badajoz, como paso previo a su destino: Málaga.
"No obstante, lo cierto es que la envergadura de su infraestructura y el porfolio de este grupo criminal era mucho más amplio que el mercado de la cocaína, de manera que también disponía de capacidad para operar en todo el ciclo de fabricación, distribución y venta de drogas sintéticas". Para ello, presuntamente, sus componentes "efectuaban numerosas importaciones de productos —químicos— desde China".
Los responsables del caso desvelaron una "estructura nítidamente compartimentada" en cuya cúspide se situaban Marco C.H. y Hans. L.M.V., quienes se rodeaban de "un círculo de la máxima confianza" que "conocían toda la dimensión de sus actividades". Estas seis personas recibían instrucciones en citas que, "en momentos trascendentes", se celebraban en locales de hostelería de los alrededores de Puerto Marina, en Benalmádena. Posteriormente, las trasladaban a los que debían ejecutar tareas de contravigilancia, transporte, almacenamiento o distribución.
El trabajo de los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil permitió descubrir una madeja de empresas de importación y transporte con el que la red intentaba dar una apariencia legal a sus actividades delictivas. Se detectaron mercantiles con sedes sociales Algeciras (Cádiz), Benalmádena. Mijas, Badajoz y Portugal, a las que se unían una serie de viviendas, almacenes y vehículos —al menos siete— que formaban parte de la rama logística y cuya titularidad se difuminaba a nombre de terceros o identidades falsas.
Primer alijo: agosto de 2018
Esta operación se realizó, según precisa la Fiscalía Especial Antidroga, entre el 20 y 23 de agosto de 2018. El primer día, tres camiones de la organización accedieron a la terminal portuaria de Setúbal y cargaron tres contenedores. "Sobre las 12:29 y 13:00, respectivamente, cruzaron la frontera española para dirigirse a una nave del polígono industrial El Nevero de Badajoz".
Esta misma secuencia se repitió el 23 de agosto. Los vehículos transportaron seis contenedores y entraron en territorio español sobre las 19:00. No obstante, ese día, uno de los camiones "realizó una actividad inusual". No fue a la nave de Badajoz y se dirigió a Málaga "para almacenar allí una cantidad no determinada de cocaína". Sobre las 2:20 de la madrugada del 24 de agosto, llegó al polígono El Viso de la capital malagueña. Allí le esperaba uno de los investigados, que guio al conductor hasta una nave del polígono Guadalhorce en el que se introdujo el tráiler.
En una nave del polígono Santa Teresa de Málaga se hallaron 4.889,868 kilos de cocaína con una pureza superior al 80%
Las vigilancias de los policías y guardias civiles constataron que los distintos individuos que se acercaron a la nave "extremaban las medidas de seguridad" y que supuestamente utilizaron distintos vehículos caleteados para trasladar la droga a varios inmuebles. Uno de ellos, por ejemplo, estaba ubicado en Frigiliana.
La droga, se detalla en el informe de acusación, fue enviada desde Puerto Limón (Costa Rica) a Setúbal. Los traficantes provocaron a través de su red de sociedades un intenso flujo de contenedores y generar una actividad comercial —"crear un historial"— que diera apariencia legal al verdadero fin de esas importaciones: la introducción de la coca.
La organización cuidaba hasta el último detalle para no ser detectados e incluso revisaba el tamaño de las cajas que debían ocultar la droga. El 24 de julio, un mes antes, realizaron un "envío de prueba" para "comprobar la seguridad de la ruta y el transporte de la mercancía".
Segundo alijo: octubre de 2018
Los preparativos del segundo transporte comenzaron en septiembre de ese año. Es lo que intuyen los investigadores tras detectar una serie de reuniones de miembros de la red que se prolongaron durante varios días. Los seguimientos de esas jornadas les condujeron hasta inmuebles y garajes de Málaga, Benalmádena o Alhaurín de la Torre.
"La operación para la introducción de la cocaína se inició el 10 de octubre, cuando el contenedor salió de Costa Rica a bordo de la embarcación Cala Pedra, que llegó a Setúbal el 18 de octubre". El mismo día de la partida, el intermediario envió a uno de los acusados "fotografías de los envoltorios" que contenían la droga. Este —presuntamente— pidió que el pago de este alijo "se efectuara vía Dubái".
La introducción y transporte de la droga se materializó el 22 de octubre, como ya había ocurrido en ocasiones anteriores, con dos movimientos en paralelo. La coordinación y dirección, a cargo de los dos líderes; y la "supervisión personal" de la descarga en la nave de Badajoz, así como su posterior transporte a Málaga, de mano de cuatro de sus lugartenientes.
La cocaína iba oculta en un envío inicial de 21.235 kilos de bananas y llegó a la nave del polígono Santa Teresa de la capital malagueña a las 5:25 de la madrugada del 23 de octubre. El camión que transportaba los palés fue escoltado durante el trayecto por un coche lanzadera que circulaba a unos 10 kilómetros de distancia y que avisaba de la presencia de patrullas. Y antes de alcanzar su destino, los narcos "realizaron distintos movimientos para detectar la presencia policial y proteger el transporte".
Dos horas más tarde —a las 7:30— agentes del Grupo de Acción Rápida (GAR) entraron en la nave fracturando el portón de entrada. En el registro se localizaron 4.855 paquetes envueltos en plástico y cinta adhesiva que contenía en su interior una sustancia que, "debidamente analizada", resultó ser cocaína. Tenía un peso neto era de 4.889,868 kilos, y la pureza era superior al 80%. Su valor total de mercado: 934.314.649,94 euros.
Subfusiles y granadas
No fue la única incautación de droga: se hallaron en total 6,3 toneladas de coca, como informaron en su momento los cuerpos al frente de lo que se denominó operación Bananero/Star. En un inmueble de Benalmádena, por ejemplo, se encontraron 39.815 comprimidos de MDMA, 948,76 gramos de cocaína y 989,42 de resina de cannabis. Y en distintos vehículos de la red se descubrieron "habitáculos o dobles fondos de diferentes dimensiones" en los que supuestamente se iba a transportar la sustancia estupefaciente una vez descargada del camión en la nave.
En uno de estos espacios se descubrieron tres subfusiles Skorpion VZ 61 —con sus respectivos cargadores y silenciadores—, dos subfusiles Skorpion EVO, un Kaláshnikov AK-47, una pistola HK, un revólver King Cobra, una pistola detonadora FN, 280 cartuchos blindados del calibre 9 milímetros largo y cuatro granadas de fragmentación que, al explosionar, lanzan metralla. Dos de ellas estaban "montadas y en condición de ser utilizadas".
Los agentes intervinieron más de una veintena de relojes de lujo —Rolex, la mayoría—, 300.000 euros en efectivo, envasadoras al vacío industriales, un centenar de bolsas de malla transparente, 111 móviles encriptados dentro de su caja.
Por todos estos hechos, el Ministerio público ha presentado acusación contra 18 personas por presuntos delitos contra la salud pública por sustancias que causan grave daño, contra la salud pública relativo a la posesión de sustancias para la fabricación ilícita de drogas, depósito armas de guerra y falsedad documental. Los dos primeros cargos, cometidos "en el seno de una organización criminal".
Los acusados se enfrentan a una petición total de 356 años de cárcel. Para los líderes, Marco C.H. y Hans. L.M.V., exige 40 y 37 años de encarcelamiento, respectivamente. Y una multa para el primero de 50.000 euros diarios durante 12 meses. A otros acusados 10 euros cada día durante el mismo periodo o "el cuádruple del valor de la cocaína".
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