Si este reportaje tuviera banda sonora, un himno que nos acompañara a lo largo de estas páginas y hasta el punto final, sería el rap de un chico de 16 años de uno de los barrios más duros de Ámsterdam, El 6. Palabras mayores cuando varios críos de la zona se entrecruzan los puños en señal de saludo e intercambian el código territorial que han aprendido: un movimiento con los dedos para ilustrar ese número. Orgullo de barrio. Pertenencia. Identidad. Alguno de ellos ya suma cicatrices de puñal y todos esquivan como pueden la violencia que cada día deja bombas y explosiones en sus calles. Bienvenidos a Países Bajos.
Seguir leyendo
http://dlvr.it/T9qyQy
Seguir leyendo
http://dlvr.it/T9qyQy