Las declaraciones altisonantes contra México son ya parte del paisaje electoral del partido Republicano estadounidense, porque son del gusto de millones de votantes que comulgan con la radicalidad del candidato Donald Trump, y ahora que se presenta de nuevo a la presidencia está reeditando su antigua estrategia: los migrantes son gente malvada, los carteles de la droga gobiernan el país, la frontera se cerrará a cal y canto, se impondrán aranceles a los productos mexicanos. Son algunas de las lindezas que el político expresa con menos suavidad. Pero al otro lado de esa frontera, tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador como quien lo sucederá en el cargo el próximo 1 de octubre, Claudia Sheinbaum, se muestran cautelosos. Saben, y así lo han expresado, que las notas agudas de las campañas electorales bajan el tono una vez que se está en el gobierno y en esta ocasión tampoco está claro quién será el próximo presidente en Estados Unidos. El “amigo” Trump, como le declara López Obrador, podría alzarse vencedor.
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