El tapón de tu botella de vino es de corcho ibérico y casi nadie sabe recogerlo

El tapón de tu botella de vino es de corcho ibérico y casi nadie sabe recogerlo

"Vino hay en todos los continentes, pero el corcho sale casi todo de la Península Ibérica". Así convence José Antonio Cabrera a los alumnos del curso en el que ha estado involucrado en las últimas semanas. Cabrera es un corchúo, que es como llaman a los habitantes de Villanueva de Córdoba en los pueblos de alrededor. Experto en riesgos laborales, ha impartido en Aroche, en la Sierra de Huelva, una formación a 8 jóvenes de la zona para aprender el oficio de corchero junto a un experto en esta labor. Así se denomina el trabajo de extraer el corcho de los alcornoques, una labor casi artesanal y que está en peligro de extinción por falta de relevo generacional. Y eso es lo que se ha propuesto ayudar a solucionar la Junta de Andalucía con esta iniciativa.

Samir es uno de los alumnos que en los últimos días ha aprendido a manejar el hacha que sirve para quitar la corteza a los alcornoques. Cuando empezó, tardaba media hora en pelar el árbol que puebla las dehesas de Sierra Morena. Ahora puede echar 7 u 8 minutos, "aunque depende de la forma y de lo pegado que esté", cuenta este joven de Aroche que tiene 29 años y ha trabajado como peón forestal y como conductor de trailer. Samir, como el resto de sus compañeros, conocía el oficio, pero le faltaban nociones. Todos los alumnos son de la zona, de Aroche, Fuenteheridos, Rosal de la Frontera y Cortegana, una de las zonas productoras de España, pero en la que "escasean los corcheros profesionales", admite el docente.

"Es uno de los oficios que mejor se paga en el campo", explica el profesor, porque es un trabajo físico que también requiere pericia y precisión para "dañar lo mínimo posible la capa madre del árbol. Según el profesor, una jornada de 6 horas y media puede llegar a pagarse a 100 euros, aunque la cantidad puede variar. La temporada acaba de empezar, en junio y puede alargarse hasta septiembre, ya que el corcho empieza a despegarse con el calor. "Trabajar con una herramienta que inventaron nuestros ancestros tiene encanto", cuenta Cabrera en referencia al hacha que usan para descorchar los alcornoques. La mayoría de los alumnos ya conoce la labor porque en muchas ocasiones han trabajado acarreando las planchas de corcho -"algo muy físico y monótono"-, pero hasta ahora no habían tenido la ocasión de aprender cómo se hace la extracción de un material que tiene casi una denominación de origen ibérica.

España es el segundo productor de corcho, tras Portugal, explica el docente del curso, que alude a pequeños porcentajes de producción en Italia y el Magreb. Y dentro de España, Andalucía y Extremadura son los principales focos. En la comunidad más poblada del país, las zonas productoras están en la Sierra de Huelva y en la Sierra de los Alcornocales, en Cádiz. Y esto permite que el curso cumpla una doble función, ya que se trata de zonas rurales que la Junta ha incluido en las que tienen riesgo de despoblación. De un lado, la iniciativa sirve para perpetuar el oficio del corchero, pero también fijar a la población en esas zonas. "Los alumnos son personas a las que le gusta el mundo rural y quieren poder ganarse la vida en sus pueblos, pero no encontraban dónde ni cómo", explica José Antonio Cabrera.

Pablo D. Almoguera

"Vivo aquí y quiero trabajar aquí y el trabajo que hay es forestal", corrobora Samir, de 29 años, que ha compartido estos días con otro compañero de 31 años y otros seis que rondaban los 18 años. Ya han entregado el currículum a una empresa que buscaba corcheros después de dos semanas aprendiendo a manejar el hacha, pero también una forma de extracción mecánica y nociones de seguridad laboral. "Lo habíamos intentado antes, pero no habíamos visto la oportunidad", explica Samir, que coincide con el profesor en recordar que la mayoría de corcheros son personas de más edad, por lo que estaba en riesgo el relevo generacional. "Es una acción real de desarrollo sostenible y generación de empleo en zonas rurales gracias a un oficio ancestral, apuntan desde la Consejería de Sostenibilidad de la Junta.

El curso también tiene un componente medioambiental, como recuerda la alcaldesa de Aroche, Cristina Romero. Su localidad ha sido la elegida para el desarrollo de esta formación porque tiene el segundo término municipal más grande de Huelva y, además, cuenta con montes públicos propiedad de la Junta. "Esta iniciativa nos ayuda a tener limpio el monte", explica la regidora, que ha cedido naves municipales para guardar el corcho extraído y también aulas del ayuntamiento para las clases teóricas. En esta localidad también se desarrolló, impulsado por la Consejería de Sostenibilidad de la Junta, una escuela de piñeros, para formar alumnos en la recolecta de los pinos piñoneros dentro del Plan de Gestión Integral de los montes públicos que pone en marcha la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía (Amaya).

Alumnos y profesores de la escuela de corcheros de Aroche. (Cedida)Alumnos y profesores de la escuela de corcheros de Aroche. (Cedida) Alumnos y profesores de la escuela de corcheros de Aroche. (Cedida)

"Después de mucho tiempo trabajando en ciudades, decidí regresar a mi pueblo porque me gustaba el campo", explica José Antonio Cabrera, que junto a un corchero experto han sido los tutores de los 8 alumnos. Además de la práctica en las aulas de Aroche han aprendido "la cultura del corcho". "El monje Pierre Perignon se llevó corcho a su bodega y comprobó que tapando el vino con corcho, no solo se conservaba, sino que mejoraba", cuenta el docente en alusión a una leyenda. Y explica que el principal destino del producto del alcornoque es precisamente el de tapón para vino. "Es el corcho mejor pagado", explica.

Cabrera alude a otros usos, como el del refugo, que es como se conoce al corcho molido, y que tiene un uso muy importante como aislante del frío y es habitual en los países nórdicos y Rusia. "El corcho ha ido a la luna como aislante, se utiliza en tecnología espacial gracias a su buena resistencia al calor". Y luego hay usos más extravagantes, como la moda. "Un modisto danés fue galardonado por un traje de corcho para una de las películas de la saga de Los juegos del hambre", zanja este cordobés.



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