El sonido americano que cabe en Valencia: historia del Festival de Jazz (1980-2024)

El sonido americano que cabe en Valencia: historia del Festival de Jazz (1980-2024)

En 1980, Valencia celebró su primer festival de jazz. El promotor Julio Martí reunió en el Teatro Principal a Dizzy Gillespie, George Coleman, McCoy Tyner, Pharoar Sanders y Dexter Gordon. Aquella aventura continuó hasta los años 90, en ocasiones sin sede fija, hasta que el empresario valenciano propuso al Ayuntamiento en 1997 celebrar un festival de jazz estable, en verano, en el Palau de la Música.

Esta semana comenzó la vigesimoséptima edición del Festival de Jazz de Valencia desde que se celebra en el Palau de la Música, aunque no deja de ser una herencia de aquel pionero ciclo estelar celebrado en 1980, hace ahora 44 años. Desde entonces, el recinto municipal, situado en el Paseo de la Alameda sobre el viejo cauce seco del Turia, ha acogido a primeras figuras del género como Chick Corea, Tony Bennett, Diane Krall, Michel Camilo, Al Jarreau, Herbie Hancock, Wayne Shorter, Wynton Marsalis o Cassandra Wilson.

Enrique Monfort (Valencia, 1975) empezó a escuchar jazz en su adolescencia tardía visitando el Jimmy Glass, regentado por Chevi Martínez, a quien reconoce deber parte de su cultura jazzística, y asistiendo a los últimos coletazos del club Perdido, en la calle Sueca, antes de su cierre en los años noventa. Desde 2018 dirige el Festival de Jazz de Valencia, y durante años ejerció como crítico cultural en Cuadernos de Jazz, Más Jazz y Levante-EMV, antes de obtener su plaza como funcionario en el Palau de la Música.

Wynton Marsalis en Valencia 2011. (Eva Ripoll/Cedida)Wynton Marsalis en Valencia 2011. (Eva Ripoll/Cedida) Wynton Marsalis en Valencia 2011. (Eva Ripoll/Cedida)

Cuando Joan Ribó ganó la alcaldía, y Gloria Tello llegó a la presidencia del Palau de la Música como concejala de Cultura, el nuevo gobierno local decidió municipalizar la gestión del Festival de Jazz de Valencia. El actual concejal de Cultura del Partido Popular, José Luis Moreno, y el nuevo director del Palau, Vicente Llimera parece que mantienen este postulado.

“Hasta entonces el Palau solo ponía el espacio y todo se externalizaba. En 2018, la dirección opinó que el Palau poseía la entidad suficiente para organizar el Festival de Jazz de Valencia y elegir las líneas de acción. Para nosotros es muy importante la promoción del jazz valenciano. Es algo que venimos haciendo todos los años. Procuramos dar un buen escaparate para las propuestas locales porque creemos en ello y porque lo merecen por su calidad”, comenta el director.

El objetivo prioritario de un festival público no es el beneficio empresarial que mueve a las promotoras privadas, aunque el festival sigue siendo sostenible y rentable desde su municipalización. ”Buscamos encontrar el equilibrio entre las mejores propuestas de jazz internacional y el jazz valenciano, fortalecer la presencia de las unidades artísticas del Palau, como son la Orquesta de València y la Banda Municipal, y sacar el jazz a las calles de los barrios de la ciudad. Esto nos permite tener precios más populares y arriesgar con el cartel”.

Diana Krall en Valencia 2001. (Eva Ripoll/Cedida)Diana Krall en Valencia 2001. (Eva Ripoll/Cedida) Diana Krall en Valencia 2001. (Eva Ripoll/Cedida)

La joya en 2024 será el concierto del cubano Chucho Valdés celebrando los 50 años del disco Irakere, pieza maestra del jazz latino, del que ya se ha vendido casi todo el papel. La mezcla del jazz y lo sinfónico, con los conciertos de Andrea Motis y Kiko Berenguer, será otra de las líneas destacadas en la programación de la 27ª edición que comienza esta semana.

La querencia de Valencia por el jazz se refleja tanto en el público como, sobre todo, en los músicos autóctonos. La cantera de músicos de jazz que Valencia exporta al resto del país y del mundo es notable. “No sé si es por mi condición de crítico o por los círculos en los que me movía, pero siempre he tenido la sensación que el aficionado valenciano al jazz es exigente. En mis tiempos de periodista, asistí a conciertos de jazz donde un sector del auditorio abandonaba la sala si el sonido era deficiente”, explica Monfort, “existe un sector purista, muy fiel pero también riguroso con lo que va a ver, aunque es cierto que los conciertos del festival que se abren a otros géneros, de fusión y mezcla del jazz con otros estilos, se llenan también con el público general”.

El perfil del músico de jazz es similar en rectitud al músico de clásica. Algunos son extremadamente perfeccionistas. Uno de los pianistas más reconocidos del jazz actual exige entre sus condiciones que la banqueta del piano debe tener una determinada altura exacta, y en caso de que no esté a su gusto pide que se corte su taburete.

BB King, Dr John y Amador en Palau Música 2004. (Eva Ripoll/Cedida)BB King, Dr John y Amador en Palau Música 2004. (Eva Ripoll/Cedida) BB King, Dr John y Amador en Palau Música 2004. (Eva Ripoll/Cedida)

Entre los momentos memorables de la historia del festival, y limitado por el factor generacional que hizo inviable asistir a los primeros tiempos en el Teatro Principal, Monfort destaca los conciertos de Snarky Puppy, en 2022, el misticismo de Bobby McFerrin, en 2019, o el directo íntimo de Pat Metheny con Charlie Haden, en 2001. “En 2004, hubo un concierto en la Plaza de Toros, mezcla de guitarra, blues y jazz de Nueva Orleans, con Shemekia Copeland, B.B. King, Raimundo Amador y Dr. John que fue una cosa espectacular. Las actuaciones de Dee Dee Bridgewater en los Jardines del Palau, en 2002, de Silvia Pérez Cruz, en 2022, o de Dianne Reeves, el año pasado, fueron impresionantes”.

La presencia del contrabajista estadounidense Ron Carter constituye uno de los hitos de los últimos años. En 2018, por su destacado directo junto a Russell Malone, y en 2022 porque, a última hora, los miembros de su banda perdieron el vuelo y el Palau de la Música tuvo que recomponer el grupo con músicos locales como Perico Sambeat y Albert Sanz. “De aquel imprevisto resultó un concierto fabuloso”, incide Enrique.

La presencia del jazz valenciano ha sido una constante durante décadas, que se ha incrementado bajo la nueva dirección. “El concierto homenaje a Toni Belenguer, con la actuación de una amplia mayoría de los músicos valencianos y una notable representación nacional fue una experiencia emocionante y artísticamente notable, así como el de Albert Sanz con la Orquesta de València fue otro momento cumbre”, concluye el director.



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