Los perros que huyen de Vovchansk lo hacen nerviosos y temblando. Observarlos es una manera de entender que en esta localidad al norte de la provincia ucrania de Járkov, en la frontera con Rusia, se han abierto las puertas del infierno. Las mascotas son evacuadas con sus propietarios en un centro de acogida a pocos kilómetros del municipio. Son gente humilde de una zona que está sufriendo la segunda ofensiva rusa en los más de dos años de guerra. Un vecino baja de un furgón con sangre en las orejas y en la nariz, que además la tiene rota. Una explosión a pocos metros le ha dejado contusionado, quizá de por vida.
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