La militancia rugía entusiasmada este viernes a la entrada de Pedro Sánchez y Salvador Illa en el pabellón Vall D’Hebron de Barcelona, incrustado en un barrio obrero que siempre ha sido un talismán para los socialistas. Pero entre los dirigentes, en las primeras filas, entre los que están casi todos los protagonistas de la historia pasada y presente del PSC, se percibe una mezcla de ilusión ante la posibilidad de un resultado histórico de su candidato y un sudor frío frente a un inesperado ascenso de Junts en la recta final, que podría complicar mucho no solo la gobernabilidad en Cataluña, sino la legislatura de Sánchez.
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