La campaña catalana llega a su fin. Y lo hace con la gobernabilidad en el aire y con una pugna sin resolver a la derecha del tablero. La carrera electoral se le ha hecho larga al PP, que ve cómo Vox aguanta en Cataluña y que puede poner en riesgo el anunciado sorpaso de Alberto Núñez Feijóo. El objetivo que Génova se marcó como "irrenunciable" era superar en votos y escaños al partido ultraconservador y recuperar así el liderazgo del constitucionalismo contrario a Pedro Sánchez y al separatismo. Ese objetivo opaca la más que probable subida que experimentarán los populares este domingo. Porque si no es suficiente como para ganar a los de Santiago Abascal, internamente se leerá como un fracaso.
Pase lo que pase en la pugna con Vox, lo cierto es que la tarea de recuperación del PP en Cataluña no es un desafío menor. Lleva dos legislaturas seguidas siendo la última fuerza en el Parlament. En las autonómicas de 2021 cayó hasta los tres escaños, todos en Barcelona. Desde su aterrizaje en Génova, Feijóo ha situado la recuperación en el territorio como uno de sus objetivos más urgentes. Suya es esta frase: "Cualquier presidente del PP sabe que sin Cataluña no se puede gobernar en España".
Si lo que pronostican sus sondeos internos se cumple, el PP pasará el domingo de los tres escaños a entre 11 y 12, en función de cómo se asienten los porcentajes de posibles abstencionistas o indecisos. Según fuentes autorizadas del partido, los cálculos pasan por "arrasar" en Barcelona, donde aspiran a arañar hasta ocho representantes, aunque advierten que es la circunscripción más incierta por repartir 85 de los 135 diputados en el Parlament.
La previsión del PP es lograr entrar en las cuatro provincias. Al menos de momento, las encuestas internas no les dan más de un representante en Girona y Lleida, pero sí podrían batallar en Tarragona por el segundo representante, que arrebatarían previsiblemente a Vox, aunque último escaño en esta provincia también está reñido con Junts. El partido de Santiago Abascal firmó un éxito sin paliativos en la última cita con las urnas. La formación representada por Ignacio Garriga irrumpió en el Parlament con once diputados: siete en Barcelona; dos en Tarragona; y uno en las dos provincias restantes.
Cuadruplicar sus resultados y, además, dar el sorpaso a Vox sería un resultado excelente para Feijóo. Pese a recuperar fuelle, el PP no aspira a ser decisivo en la formación de Gobierno. Primero por aritmética, y segundo por incompatibilidad. La máxima para abrir un diálogo con Salvador Illa es que tanto este como Sánchez rompa toda alianza con el independentismo, del que depende la gobernabilidad de España. Pero en el partido reiteran que un PP "fuerte" en Cataluña sí contribuye a "lanzar un aviso tanto a Puigdemont como a Sánchez". Y en base a esa máxima intentarán movilizar al electorado constitucionalista de aquí al domingo.
Las fuentes consultadas hacen una llamada a "apretar" en las últimas horas de campaña. No solo para frenar a Vox, sino también para mantener a raya la posible abstención de antiguos votantes de PSOE o Ciudadanos que no quieren un nuevo gobierno independentista, pero que perciben que "todo va a seguir igual" pese a la previsible victoria de Salvador Illa. Es precisamente ese electorado, y no tanto el de Vox, el que explica el acelerón del PP.
Temor en el PP a que el "voto impulsivo" frustre el sorpaso a Vox
Ana Belén Ramos
El partido de Alejandro Fernández se nutrirá eminentemente de los votantes de Ciudadanos que, salvo sorpresa mayor, desaparecerá por completo de su cuna política. En la dirección catalana han detectado un trasvase de más de un 5% de voto procedente del PSC, sobre todo entre los electores más jóvenes, la generación más desconectada del 'procés', según varios estudios del Centro de Estudios de Opinión (CEO). "Se ha abierto un boquete, y para nosotros es muy significativo", resumen. Es casi la única fuga dentro de la alta movilización del socialismo tras la maniobra de Sánchez y su período de reflexión de cinco días.
En el PP asumen, por contra, que su capacidad para introducirse en el caladero de voto de Vox es muy limitada por la alta fidelidad con la que cuenta el partido situado a su derecha. Aun así, Feijóo ha intentado minar esa resistencia reorientando su discurso hacia parámetros más duros, y llegó a vincular esta semana a la inmigración ilegal con la inseguridad en Cataluña y con la alta tasa de okupaciones de viviendas. El líder del PP ha dedicado las últimas horas de campaña a apelar a la unidad del voto en la derecha para evitar dar a Sánchez un respiro. "La división resta escaños", recordó este jueves, durante un acto en Barcelona.
"Tenemos que visibilizar que somos el voto que puede unificar al nacionalismo", apoyan en la dirección catalana, que confía igual que Génova en que conseguirán sobreponerse a Vox este domingo. Esa creencia no quita que los nervios se hayan instalado en la formación popular en los últimos días por los sondeos que apuntan a que las dos fuerzas de la derecha puedan estar ante un empate técnico y por el temor que haya cierto voto oculto e "impulsivo" que empuje a los de Abascal. Solo quedan 48 horas para que todas estas incógnitas queden resueltas.
{getToc} $title={Tabla de Contenidos}