En la capital existen personas cuyo trabajo es cumplir los deseos de los turistas más ricos, esos que llegan en aviones privados y por los que las agencias de viajes se dan de codazos. Para ellos, el dinero es lo de menos: solo quieren vivir experiencias que recordar cuando vuelvan a su país. "Lo que más importa no es el dónde, sino cómo y con quién", asegura Virginia Irurita, una de las empresarias más veteranas del sector.
Fundó su agencia Made for Spain and Portugal en 1999. Los grupos que esta firma trae a Madrid son pequeños, pero gastan una media de 1.500 euros al día por pareja. Irurita se dedica, como explica en conversación con El Confidencial, a recibir a americanos que le envían una petición vía email donde le cuentan lo que les gusta y luego ella y su equipo se encargan del resto. Una de las cosas que más piden es poder visitar museos como el Prado o el Thyssen-Bornemisza. Pero a solas, sin nadie que les moleste.
Ser los únicos en la sala contemplando Las meninas tiene un altísimo coste, pero la exclusividad ha formado siempre parte del lujo. La visita al Museo del Prado antes de abrir al público cuesta 820 euros para dos personas. Por ese precio, los visitantes pueden acceder a las 8.45 horas al museo y estar hasta que este abre sus puertas al público general sobre las 10 horas. "No hacemos colas", asegura Irurita. El recorrido que ofrece la agencia contempla poder ver los cuadros de la mano de Pablo Álvarez de Toledo, un destacado pintor y profesor de arte español que obtuvo su maestría en Bellas Artes con especialidad en Pintura de la Universidad de Yale.
Pasamos revista a la mayor concentración de lujo lujo en el centro centro de Madrid
Carlos Vidal
La visita al Museo Thyssen-Bornemisza antes de abrir al público es algo más barata, según datos de la agencia. "Son 720 euros por dos personas desde las 9 de la mañana. Lo que más aprecian los clientes es la emoción de visitar algo en privado, sin masas, el poder estar tanto tiempo como quieran admirando las obras, sin prisa. Eso es pura adrenalina", cuenta Irurita, que cuenta que fue la primera persona en España en conseguir cerrar un museo para una visita privada.
Muchas de las experiencias también consisten en llevar a los turistas a vivir experiencias con los artistas, arquitectos y aristócratas españoles más famosos. "Abrimos puertas que habitualmente están cerradas al público", explica Irurita, y pone el ejemplo de un viaje a un palacio cerca de Madrid en donde los turistas pueden comer con los aristócratas y ver el sitio donde se grabaron escenas de la serie Juego de Tronos. "Los dueños de las mejores colecciones de arte, patrimonio y gastronomía son nuestros amigos y por eso podemos acercarlos a nuestros clientes", cuenta la empresaria. Para mantener la exclusividad y el misterio que envuelve el lujo, tampoco puede dar nombres.
"Lo que más aprecian es la emoción de visitar algo en privado, sin masas, el poder estar tanto tiempo como quieran admirando las obras"
El perfil del americano promedio que visita la capital son personas en sus 60 años o familias con hijos que están locos por la gastronomía madrileña. "Les hacemos un tour de tapas personalizado, les alquilamos una azotea privada para que puedan hacer una cata del mejor jamón directamente de la pata o les cerramos el Teatro Real para una cena", cuenta.
Irurita cuenta que el sector del lugar ha evolucionado en los últimos años y que ahora la gente ya no quiere ver tantas colecciones de arte privadas como vivir experiencias con la gente local, lo que llaman ahora el lifestyle madrileño. El perfil del visitante de lujo en Madrid tiene una renta per cápita de 300.000 euros, según la Asociación Española del Lujo.
La fundadora y presidenta de la Asociación Española del Lujo, Cristina Martin Blasi, explica que desde que fundaron la asociación con la Princesa Béatrice d’Orléans desde el 2010 han logrado posicionarse como un referente para potenciar la experiencia de lujo de los visitantes en la capital. "Madrid ahora está viviendo una de sus épocas doradas. Tenemos excelentes restaurantes, hoteles cinco estrellas, decenas de musicales y las mejores tiendas de lujo para irse de compras", asegura Martín.
A por "experiencias únicas"
Su trabajo desde la asociación es recibir las peticiones de estos exclusivos clientes y conectarlos con las agencias de lujo que más se ajusten a lo que están buscando en la capital. "Nuestro objetivo es crear experiencias únicas", cuenta.
Florencio Sanchidrián es considerado el mejor cortador de jamón del mundo, y recibe a menudo el encargo de turistas que pagan por tener catas privadas con él. "Me han llevado en jet privado a fincas de toros bravos, a bodegas de grandes vinos y desde Madrid a Moscú solo por verme cortar jamón", cuenta.
Sanchidrián tiene claro que en España, cuando se habla de lujo en la gastronomía, siempre aparece el jamón ibérico. "Intento que usen los sentidos y la imaginación, quiero que sientan la vida de la bellota y se dejen llevar por la experiencia que ofrece comer el mejor jamón del mundo".
Ha cortado jamones a grandes actores de Hollywood, presidentes de Francia, China, Estados Unidos y hasta para el Papa. Sus clientes siempre le piden que no haga fotos y guarde el anonimato de todo: "Madrid se ha convertido en una de las ciudades de más turismo de lujo en el mundo".
Por su parte, la directora de The Beauty Concept, el spa del Mandarin Oriental Ritz, Paz Torralba, explica que para estos perfiles más exclusivos el dinero es lo último que les importa: buscan el lujo en el cuidado, la excelencia, la experiencia, el bienestar. "Son clientes normalmente informados, más atentos a los detalles, requieren más conocimiento por parte del profesional para poder hablar en un lenguaje más avanzado de los protocolos y productos. Son más impulsivos, más embajadores de una marca, más fieles, pero altamente exigentes", asegura. Una experiencia en el spa para este tipo de cliente puede estar a partir de los 2.000 euros.
Todos los madrileños que se encargan de cumplir los deseos de los más ricos coinciden en que este tipo de clientes busca siempre el máximo bienestar. Les gusta que se personalice la experiencia en todos los sentidos, sentirse únicos, que se les reconozca por su nombre cuando llegan y que se conozcan sus gustos y preferencias. "La magia del que puede pagar el lujo es que consigue que la gente se anticipe a sus deseos", aclara Irurita.
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