Este municipio de Castilla y León, con solo 267 habitantes, ostenta el título de ciudad desde el siglo XV y alberga tesoros arquitectónicos que maravillan a los visitantes.
En un rincón de la provincia de Burgos, se encuentra un pueblo que desafía las convenciones de lo que es una ciudad. Frías, con apenas 267 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística, ostenta el título de ciudad desde el siglo XV. Este reconocimiento, otorgado por el rey Juan II de Castilla, tenía un propósito estratégico: intercambiar la localidad por Peñafiel con el conde de Haro.
Más allá de su peculiar estatus, Frías es un auténtico tesoro medieval que cautiva a los visitantes. Asentado sobre el imponente peñasco de La Muela, el pueblo se corona con un majestuoso castillo del siglo X. Esta fortaleza, clave en la defensa del Valle de Tobalina durante el reinado de Alfonso VIII, se mantiene en un notable estado de conservación. Desde su puente levadizo de madera hasta la torre del homenaje, cada rincón del castillo evoca la grandeza de tiempos pasados.
Un paseo por la historia medieval de Frías
Adentrarse en las calles de Frías es como viajar en el tiempo. Los restos de las murallas que Alfonso VIII mandó construir en 1211 para proteger la ciudad aún se pueden apreciar entre las casas. Tres puertas destacan entre estos vestigios: la Puerta de Medina, la Puerta del Postigo y la Puerta de la Cadena, testimonio de la importancia defensiva de la localidad.
Pero si hay un lugar emblemático que destaca en Frías, ese es su puente románico-medieval sobre el río Ebro. Con un origen romano, fue reconstruido en varias ocasiones durante la Edad Media. En aquella época se le añadió una torre en su zona media, con el objetivo de cobrar el derecho de pontazgo, un impuesto de medieval muy parecido a los peajes actuales, a los comerciantes y viajeros que lo cruzaban. Esta medida de la Edad Media era fundamental, ya que el puente formaba parte de una calzada romana crucial para el comercio de la región.
Arquitectura que desafía la gravedad
La escasez de espacio en la parte alta de Frías obligó a sus habitantes a construir sus viviendas de toba y madera al borde mismo de La Muela. El resultado es una estampa inolvidable, con casas colgantes que parecen desafiar la gravedad. Pero la belleza de Frías no se limita a su arquitectura civil. La huella de la historia religiosa se hace patente en las iglesias del pueblo.
La iglesia de San Vitores, ya en pie a principios del siglo XIII, convive con una pequeña iglesia románica y la espectacular iglesia de San Vicente. Esta última, ubicada en el extremo opuesto a la torre del homenaje, parece a punto de precipitarse al vacío desde su privilegiada posición al borde de una roca. Completan la ruta eclesiástica la Ermita de Nuestra Señora de la Hoz, cobijada por una imponente roca en la pedanía de Tobera o el Convento de San Francisco.
Cómo llegar a Frías
Para aquellos que deseen descubrir los encantos de Frías, la ruta desde Burgos es sencilla. Un trayecto de 85,7 kilómetros por la carretera AP-1 les llevará hasta allí en aproximadamente 1 hora y 8 minutos. Alternativamente, la N-I ofrece un recorrido similar con una duración de 1 hora y 7 minutos.
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