Qué es la vitamina K y por qué es la clave para lograr un envejecimiento saludable


         Qué es la vitamina K y por qué es la clave para lograr un envejecimiento saludable

La vitamina K, aunque bastante desconocida, se presenta como un actor fundamental en el mantenimiento de la salud a medida que envejecemos, ya que ayuda a prevenir la calcificación de los vasos sanguíneos, mejorar la salud ósea y refuerza los sistemas de reparación de tejidos.

La vitamina K es un nutriente que el cuerpo necesita para estar sano. Es importante para la coagulación de la sangre y la salud de los huesos. Pero, además, es fundamental para un envejecimiento saludable.

Aunque mucho menos conocida en España que la vitamina C o la D, su importancia no pasa desapercibida. Diferentes expertos y organismos, como Pablo García de Frutos, Director del Grupo de Hemostasia e Inmunidad del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, o el National Institutes of Health (NIH) del Gobierno de los Estados Unidos, nos brindan una perspectiva integral sobre este micronutriente clave.

Historia de las vitaminas y descubrimiento de la K

Hace un siglo, las vitaminas eran la vanguardia científica, y el bioquímico Casimir Funk acuñó el término "vitamina" en 1912 para referirse a sustancias esenciales en la dieta. Desde el aislamiento de la tiamina en 1910 hasta el descubrimiento de la vitamina K en 1943, el estudio de estas sustancias fue un campo activo, marcado por varios premios Nobel.

La vitamina K y la coagulación sanguínea

Según explica Pablo García de Frutos en este artículo, la historia de la vitamina K está estrechamente ligada a la coagulación sanguínea. Su nombre proviene del danés "koagulation", y su descubrimiento surgió al detectar una sustancia dietética con efecto antihemorrágico. Sin embargo, no fue hasta los años 70 que comenzamos a entender completamente su funcionamiento.

La vitamina K desempeña un papel crucial en la modificación de aminoácidos que componen proteínas, conocidas como "proteínas dependientes de vitamina K". Entre ellas, la protrombina, regulador central de la cascada de coagulación, destaca. La modificación irreversible que introduce la vitamina K da lugar al ácido gamma-carboxiglutámico, capaz de atrapar iones calcio, otorgando funciones especiales a estas proteínas.

Aunque los mamíferos y los humanos utilizan la vitamina K para funciones biológicas clave, su alcance se extiende a otras formas de vida, como el molusco Conus textile, que emplea neurotoxinas dependientes de vitamina K para cazar presas.

La proteína dependiente de la vitamina K

En los años 90, se descubrió una nueva proteína dependiente de vitamina K, GAS6, similar a las proteínas de coagulación. Esta proteína y su compañera, la proteína S, desempeñan un papel vital en la ayuda a las células del sistema inmunológico a recuperar tejidos dañados. Su mecanismo de acción radica en regular la inflamación, ayudando a eliminar células en proceso de muerte irreversible y a regenerar nuevas células.

La clave para el envejecimiento saludable

Con el paso de los años, la acumulación de daños a las células contribuye al proceso de envejecimiento. Aquí es donde entran en juego los sistemas de reparación, como las proteínas dependientes de vitamina K, que ganan importancia con la edad.

Para mantener un envejecimiento saludable, diversos científicos proponen aumentar la ingesta de vitamina K, especialmente en personas mayores. Esto no solo podría prevenir la calcificación de los vasos sanguíneos y mejorar la salud ósea, sino también reforzar los sistemas de reparación de tejidos.

Los alimentos que aportan vitamina K

El National Institutes of Health (NIH) del Gobierno de los Estados Unidos subraya la importancia de la vitamina K en la coagulación sanguínea y la salud de los huesos. La deficiencia de vitamina K es poco común, ya que se encuentra en alimentos como hortalizas de hojas verdes, aceites vegetales, frutas y productos de origen animal. Así, por ejemplo, al vitamina K está presente en las espinacas, la col rizada, las acelgas. el brócoli, la coliflor, el repollo, las coles de Bruselas, el perejil, la albahaca o el cilantro. También en aceitescomo el de soja o el de oliva, en el chucrut (col fermentada), en las yemas de huevo o en frutas como el kiwi o los arándanos.

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