La ciudad más bonita y turística de Alemania celebra 30 años como Patrimonio de la Unesco


         La ciudad más bonita y turística de Alemania celebra 30 años como Patrimonio de la Unesco

Un aniversario para celebrarlo y una razón más para viajar hasta el centro de Alemania y conocer este precioso decorado de cuento

Es casi un milagro que Quedlinburg haya llegado hasta nuestros días en un estado de conservación casi perfecto. Primero sobrevivió a los bombardeos y después a que la destruyesen por completo, como sí pasó con otras ciudades que se quedaron en el lado oriental de Alemania, donde el hormigón sustituyó a lo poco que había quedado en pie tras años de guerra.

La colegiata de San Servasio, el castillo y el casco antiguo de Quedlinburgo son un ejemplo excepcional de ciudad medieval europea

Por eso, a pesar de que Quedlinburg queda alejada de otros centros turísticos del país, hay motivos más que suficientes para desplazarse hasta el corazón de Alemania (unas tres horas al sur de Berlín) y disfrutar de la belleza de unos de sus rincones más bonitos.

Una ciudad de cuento

Son más de 1.300 casas las que forman el centro de Quedlinburg. Casas que parecen apoyarse unas en otras y que lucen perfectas con su característico entramado de madera. Muchas de sus fachadas están pintadas en colores pastel, lo que aumenta la maravillosa sensación de estar paseando por el decorado de un encantador cuento.

La ciudad alberga más de 1.300 casas con entramados de madera de seis siglos de antigüedad

Y es que el centro histórico de Quedlinburg presenta la mayor concentración de casas de estilo medieval de Alemania. Así que una vez en este idílico pueblo no tengas prisa por verlo rápido, es inevitable perderse entre sus calles e ir admirando con calma los detalles de cada una de sus construcciones, todas diferentes e igual de bellas.

La Plaza del Grano

Igual de coquetas que son sus calles, también lo son sus plazas. Una que hay que visitar casi de forma obligatoria es la del Grano, donde está ubicado el Ayuntamiento. Este es fácil de reconocer ya que, además de ser de estilo barroco (nada que ver con las casas que le rodean), está cubierto de vegetación. Plazas hay unas cuantas más y todas se presentan como la opción ideal para sentarse en una terraza y degustar una cerveza artesanal de la zona y algo de gastronomía local.

En la parte alta

Como buena ciudad medieval, a Quedlinburg no le falta su muralla. Aunque de ella no queda mucho en pie y la parte más destacada es la torre que recibe el nombre de Torre del Horror (Schreckens-Turm), convertida hoy en hotel.

También, como todas las ciudades medievales, aquí hay un castillo situado en lo alto de la colina. Y junto a él, la iglesia, en este caso la colegiata de San Servasio. En la parte más antigua, la cripta, está enterrado Enrique I, considerado el primer monarca del estado alemán medieval. Desde aquí también se obtienen las mejores vistas de la ciudad, todo repleto de tejados rojos hasta que se funden con el verde de los frondosos bosques que rodean Quedlinburg, una ciudad llena de encanto de principio a fin.

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