La atomización del independentismo radical: más partidos que nunca rivalizan con Junts

La atomización del independentismo radical: más partidos que nunca rivalizan con Junts

El universo independentista afronta una precampaña electoral en medio de una profunda crisis y con una división como nunca antes había padecido. Aunque faltan por decidir algunas candidaturas, los grupos que se atisban en el horizonte dibujan una dispersión del voto histórica. A los tres grandes partidos con representación parlamentaria, ERC, JxCat y la CUP, se añaden otras posibles listas que podrían suponer una debilitación del sector independentista en escaños y diversos trasvases de voto. Se trata de Alliança Catalana, Alhora y el Front Nacional de Catalunya después del portazo de las bases de la ANC a presentar una lista cívica.

De hecho, la única fuerza que podría calificarse como posibilista es ERC, un partido que ha optado por jugar al parlamentarismo. Las demás fuerzas se abrazan a la unilateralidad como tabla de salvación de un electorado que, en una gran parte, pasó a engrosar las filas de la abstención en las últimas elecciones autonómicas y generales.

Tanto la CUP como Junts apuestan por la unilateralidad como as en la manga para volver a tensar la escena política catalana y como amenaza velada ante el Estado español. Su hegemonía de la tensión, sin embargo, está amenazada por hasta tres posibles formaciones que estudian sus posibilidades para competir por entrar en el Parlament. Todas ellas tienen en común su extremismo, rayano en planteamientos xenófobos y de la ultraderecha.

Las fuerzas en discordia

Aliança Catalana está capitaneada por Sílvia Orriols, alcaldesa de Ripoll, que en las últimas elecciones municipales logró la alcaldía de esta importante localidad gerundense desbancando a sus rivales más directos, JxCat y ERC. Orriols, que aún no ha decidido si da el salto a las autonómicas, sopesa las posibilidades que tiene de entrar en la Cámara legislativa, aunque su partido sea muy pequeño y tenga solo 8 concejales en toda Cataluña, de un total de 9.157 ediles. Pese a esa pequeña cifra, ya tiene dos alcaldías, pues una moción de censura con Ribera d'Ondara (Lleida) le arrebató la alcaldía al PSC y pasó a gobernar el edil de Aliança Catalana con el apoyo de los dos concejales escindidos de ERC. Aliança Catalana tiene otro concejal en la localidad barcelonesa de Manlleu.

Antonio Fernández. Barcelona

Alhora es el partido nonato que pondrán en marcha este mes de abril la exconsjeera fugada Clara Ponsatí y el filósofo Jordi Graupera, que en 2019 fue la apuesta municipal de la ANC para las municipales y que estuvo a punto de lograr plaza en el Ayuntamiento de Barcelona. Aunque aún no se han dado a conocer los programas de Alhora, el perfil de sus impulsores es de un radicalismo que, en el caso de Ponsatí, tiene ribetes excluyentes.

El FNC, por su parte, es una formación que sus rivales califican de xenófoba y de extrema derecha catalana y que también se mueve en las revueltas aguas de la unilateralidad. En realidad, Aliança Catalana es una escisión del FNC, puesto que Orriols había sido, en la anterior legislatura, concejal del Front en Ripoll. El FNC logró en 2023 seis concejales en toda Cataluña, aunque tiene la alcaldía del pequeño pueblo tarraconense de La Masó, donde logró 4 d ellos 7 concejales. En las últimas autonómicas cosechó solo unos 4.976 exiguos votos.

Junts, la gran perjudicada

La lógica política puede propiciar, al final, alianzas internas de estas fuerzas entre sí o con alguno de los otros partidos que se presenten. Pero todos los analistas y los gurús políticos independentistas coinciden en apuntar a que su competencia en las autonómicas de mayo puede afectar a dos grandes partidos que comparten un espectro del electorado radical con estas cuatro posibles candidaturas. Se trata de la CUP, que bebe en fuentes de la extrema izquierda y de Junts, que bebe en fuentes de la derecha y la extrema derecha.

También una parte del voto de los de Puigdemont puede acabar, una vez descartada la opción de la lista cívica de la ANC, en el partido de Ponsatí. Tampoco es descartable que una parte de sus sufragios pueden huir hacia Aliança Catalana y el FNC. Ya ha tenido una amarga experiencia: en Ripoll, JxCat bajó de 8 a 3 concejales y de 2.263 a 760 votos. Quien se benefició fue Orriols, con un programa claramente antiislamista, que pasó de 503 a 1.4901 votos y de 1 a 6 ediles. Algunos de los postulados de Aliança Catalana y del FNC, en cuanto a planteamientos identitarios, coinciden con los de JxCat, aunque difieren en algunas cuestiones raciales y de rechazo a lo extranjero

Antonio Fernández. Barcelona

Lo malo es que un puñado de votos que se vaya en las comarcas catalanas a cualquiera de estas formaciones tendrá una enorme repercusión en los resultados de Junts, que saca sus mejores resultados, precisamente, en las comarcas de la Cataluña profunda y de Girona, donde Aliança Catalana goza de más fuerza. Con la ley D'Hondt en la mano, los de Puigdemont pueden sufrir una merma de votos que les provoca una sangría de escaños y quedar a años luz de republicanos y socialistas.

Ese es, precisamente, el gran temor de los posconvergentes ante estos comicios. Junts se convierte, así, en el gran perjudicado de la atomización del voto independentista de estas elecciones, puesto que puede tener fugas hacia cualquiera de las otras opciones radicales.

La prioridad, 'morder' a ERC

En este maremágnum soberanista, el único partido que padece menos por las fugas de votos es ERC. Es el único partido que acata las reglas de juego democrático y que tiene previsto canalizar, al menos de momento, sus actuaciones dentro de la legalidad, aunque consiga una mayoría absoluta, descartando la unilateralidad. Es, también, el único partido posibilista, que puede presumir de buscar la estabilidad de las instituciones y que se ha negado a utilizar los resortes institucionales para desestabilizar al Estado por intereses partidistas.

En las filas de Junts, conscientes de que puede haber traslados masivos de sufragios hacia opciones emergentes, se ha planteado la prioridad de ir a la caza del voto de ERC en esta campaña: solo robando un porcentaje significativo de voto a ERC puede Junts lograr un resultado digno. Los republicanos, por su parte, esperan atizar el fuego radical para que las candidaturas extremistas muerdan un trozo grande del electorado de Junts y alejen al partido de Puigdemont de la nuca de Esquerra. A ERC le interesa dar carta de naturaleza a las formaciones radicales, situándolas en el mapa político como rivales de envergadura y a tener en cuenta para que la gente vea, compare y, si antes votaba a Junts, ahora cambie su voto posconvergente por otro. Pero, aun así, la atomización del voto podría influir en la composición el espectro político catalán: cuanto más dividido el voto independentista, mayor dificultad para conformar una mayoría parlamentaria en escaños (que siempre ha suplido la mayoría social en votos).



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