"Caiga quien caiga". Esta frase es muy simbólica para el PSOE cuando se habla de asuntos relacionados con la corrupción. Cuando el escándalo de los ERE fraudulentos de Andalucía se convirtió en un problema grave para el socialismo andaluz, la entonces portavoz de la Junta, María del Mar Moreno, la pronunció en una rueda de prensa por orden de José Antonio Griñán. El expresidente de la Junta acabó cayendo y ahora está condenado por su papel en ese caso y a la espera de indulto. Una década después, ha sido Pedro Sánchez quien la ha entonado y en cuestión de días ha caído José Luis Ábalos, quien fue su mano derecha en las primarias que lo llevaron a recuperar el poder de Ferraz.
No es el único paralelismo que se puede trazar en este momento en las filas socialistas, ahora que la corrupción vuelve a planear sobre el PSOE y el Gobierno tras la detención de Koldo García Izaguirre, asesor de Ábalos involucrado en una red de cobro de comisiones en la venta de mascarillas durante lo peor de la pandemia. Si el lucro detectado por los investigadores de la Guardia Civil en las cuentas de García Izaguirre sale de un momento crítico para el país, el dinero defraudado en el caso ERE procedía de partidas pensadas inicialmente para ayudar a desempleados, el principal problema de Andalucía. Entonces y ahora.
El destino —y la lentitud de la Justicia— ha querido que el estallido del caso Delorme haya coincidido con la sentencia de una de las piezas separadas del caso de los ERE. Y da la casualidad que en ambos asuntos hay un chófer de por medio. García Izaguirre ejerció como conductor, escolta y prácticamente sombra de Ábalos, como explicó el exministro en Onda Cero este miércoles. Y esa cercanía fue la que aprovechó para, supuestamente, beneficiarse en lo personal. El pasado lunes, la Audiencia de Sevilla condenó a cuatro años y medio de prisión a Juan Francisco Trujillo, más conocido como el "chófer de la coca".
Trujillo era el conductor de Francisco Javier Guerrero, el director general de Empleo considerado como uno de los cabecillas del sistema fraudulento diseñado en el seno del Gobierno andaluz para repartir ayudas públicas a discreción. Y parte de ese dinero acabó en las manos de esta pareja. Trujillo confesó y luego ratificó que pagó con dinero público drogas y alcohol en connivencia con Guerrero, que no fue condenado en la pieza política de los ERE porque falleció antes del fallo. Trujillo, en el inicio del juicio, admitió que llegó a gastar 20.000 euros al día en cocaína, además del dinero que utilizó para comprarse un piso. El tándem que hacían Guerrero y Trujillo encarnaba perfectamente la teoría de los "cuatro golfos" que el PSOE andaluz utilizó en los primeros compases del caso ERE. Este miércoles, Carlos Alsina preguntó a Ábalos si García Izaguirre es "un golfo", pero el exministro no llegó a contestar.
Lo que no podrá ocultar la cancelación de Ábalos
Antonio Casado
En el PSOE, sobre todo en el andaluz, la corrupción es casi un trauma, una palabra que no debe ser nombrada. En San Vicente, sede de los socialistas meridionales, son conscientes que su salida del poder en la Junta tiene con ver con el desgaste propio de casi 4 décadas de gobiernos del PSOE de forma ininterrumpida, pero el caso de los ERE tuvo un papel principal en esa erosión. Este caso de corrupción estalló a principios de la pasada década, pero la condena contra Manuel Chaves y José Antonio Griñán no se produjo hasta 2019. El Supremo la confirmó en 2022, para ahondar más en el ánimo de una formación que todavía no ha digerido el asunto y que no sabe como defenderse cuando sus contrincantes utilizan la corrupción y los ERE para atacar al PSOE andaluz, ahora en la oposición
El trauma de los socialistas andaluces es lógico, pero Pedro Sánchez también tiene sus motivos para actuar con Ábalos de una forma tan expeditiva. El ahora presidente del Gobierno llegó a Moncloa después de una moción de censura alimentada por la sentencia de la Gürtel. Fue un caso de corrupción lo que hizo de amalgama para los socios de la investidura del líder del PSOE, que son los mismos en mayo de 2018 que en noviembre de 2022.
María Jesús Montero, Pilar Alegría y el propio Pedro Sánchez se dieron golpes de pecho en los días previos a la defenestración de José Luis Ábalos. Y en la forma de actuar del exministro de Transportes sí que hay una diferencia. Mientras que el político valenciano se ha enrocado porque, asegura, es inocente y considera "injusta" la actuación de Ferraz, donde él fue el alma matar; Griñán y Chaves dejaron los cargos que les garantizaban el aforamiento con el mismo sentimiento de injusticia y abandono. "Pepe, Susana nos ha matado", dijo entonces Manuel Chaves a José Antonio Griñán, según cuenta el periodista andaluz Manuel Pérez Alcázar en su libro Delfines y tiburones. El expresidente andaluz se refería a Susana Díaz, que fue quien los dejó caer cuando el fango de los ERE llegó hasta los despachos de San Telmo. Igual que ha hecho su enemigo íntimo con Ábalos, años después.
{getToc} $title={Tabla de Contenidos}