Un cielo plomizo abre el día en el parque de La Batería de Torremolinos (Málaga). 74.000 metros cuadrados convertidos en un mirador frente al Mediterráneo que en sus orígenes acogieron una defensa militar. Los cañones de artillería y búnkeres subterráneos anclan al paseante en un horizonte bélico que se difumina entre la costa enladrillada que se extiende a sus pies.
Este espacio con amplios jardines, zonas de juego para niños y senderos para correr es un síntoma de uno de los principales peligros que acechan al país: la sequía. ¿Y por qué? Pues porque desde hace días el Ayuntamiento de la localidad está vaciando el lago artificial en el que se podían dar paseos en barca para destinar su agua a otros cometidos más importantes en el actual contexto.
"Te produce sentimiento verlo", comentan Blanca y Miguel, una pareja vecina del municipio que no ha faltado a su paseo diario y que se detiene en una zona próxima al embarcadero en el que los botes apenas flotan sobre una lámina de agua.
El hombre cuenta que "a diario" se desplaza un camión y, a través de una manguera que en ese instante permanece enrollada junto a un seto, los operarios llenan la cisterna con el ansiado líquido que extraen de la laguna. "Es raro que no hayan llegado aún", comenta Miguel, mientras trata de dimensionar los trabajos de desaguado: "¿Ves allí?", pregunta mientras señala el borde del lago, "pues el agua se quedaba como a medio metro". Un punto hasta el que ahora hay mucha más distancia.
El Consistorio detalla que se han extraído hasta el momento entre 8.000 y 12.000 litros a un ritmo de dos camiones por día. Y precisa que cuando el nivel de agua sea demasiado bajo, las barcas del lago se llevarán a un almacén donde tendrán su mantenimiento hasta que se pueda retomar el servicio.
La medida, aunque pueda parecer extravagante, ha servido para mostrar una realidad que se plasma en un césped que comienza a amarillear en algunas zonas del parque. Carmen Rubia, acompañada por su hijo, se detiene en una de las muchas fuentes ornamentales cuyos chorros se han secado. "Es una pena como está todo", señala, "pero hay que ahorrar agua de donde sea".
La mujer, que explica que vive justo al lado del parque, observa la laguna y apunta que "no son tiempos de diversión a costa del agua". "La prioridad es la prioridad", aunque echa de menos que no haya "algún recipiente para que puedan beber los pájaros".
San Fernando subirá el precio del agua a "los grandes derrochadores", mientras que en Málaga se controlará a los 100 principales consumidores
Prácticamente caminando sobre la escasa lengua azul, la estatua de una Virgen sujetando al Niño Jesús recuerda la imagen de esos pueblos que hace décadas fueron sepultados por el agua tras la construcción de una presa y que ahora reaparecen como restos arqueológicos.
Es lo que ha ocurrido con Peñarrubia, un municipio malagueño que quedó sumergido en 1972 y que obligó a indemnizar y realojar a sus aproximadamente 2.000 habitantes. Sus viviendas fueron derribadas, pero los vestigios de las mismas han aflorado estos días debido a la notable bajada de las reservas del pantano de Guadalteba.
Según la red Hidrosur, los 32,34 hectómetros que acumula actualmente representan solo el 21% de su capacidad. Pero lo más preocupante es que es el embalse de Málaga que está en una mejor situación. La de La Viñuela, que suministra a una de las principales zonas agrícolas de la región, La Axarquía, es trágica. Se encuentra al 7,4%, con tan solo 12,27 hectómetros de 164,37.
Es uno de los peores de la región, aunque la provincia con más problemas es Almería. Sus pantanos están al 8,93% y parece claro que sería una de las destinatarias de los barcos con agua que la Junta de Andalucía estudia trasladar a los puertos en el caso de que no llueva próximamente. Cádiz, con un 15,32%, también está en una situación crítica y en la zona del Campo de Gibraltar ya se está aplicando una bajada de presión en el suministro que hace que entre las 23:00 y las 6:00 horas del grifo salga, como mucho, un "hilillo" de agua.
En San Fernando, municipio próximo, han optado por tocar el bolsillo para tratar de reducir el consumo y su concejal de Desarrollo Sostenible, Fernando López Gil, anunció días atrás que se subirá el precio del agua a "los grandes derrochadores". Mientras que en la capital malagueña se ha optado por las nuevas tecnologías para estrechar la vigilancia sobre los 100 principales consumidores de la ciudad —aeropuerto, industrias, centros comerciales...— y que suponen el 8% del gasto de agua de la ciudad —2,9 millones de metros cúbicos—. Para ello se instalarán 1.200 dispositivos de telelectura que informarán de posibles fugas en tiempo real.
Blanca y Carmen, las vecinas de Torremolinos, apelan a la responsabilidad individual de cada ciudadano en esta crisis. "No es lógico que veas a gente baldeando con un manguera" o que "las duchas de las playas hayan estado operativas este verano", apuntan. Un compromiso que también demanda el edil sanfernandino, quien ha explicado que en este municipio gaditano "el 80% del consumo de toda la ciudad es doméstico y ahí solo se ha producido un 5% de ahorro".
Las previsiones meteorológicas anuncian para mediados de este mes un cambio meteorológico que podría traer consigo precipitaciones. Aunque no despejan la incógnita de si serán lo suficientemente copiosas como para desactivar las alarmas.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, dijo que serían necesarios "30 días de lluvia continuada, como mínimo". El secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) en la región, Cristóbal Cano, utiliza otro baremo para que poder sortear el desastre. "Deben caer, como mínimo, 600 litros por metro cuadrado en los próximos meses". Un diluvio extendido en el tiempo.
"Las perspectivas no son buenas", añade Cano, que detalla que "la situación de la Cuenca del Guadalquivir, que al final es la que vertebra Andalucía, está en unos niveles históricamente bajos". "Con poco más de 20% de su capacidad de embalse", precisa, para advertir de que sería necesario que "lloviese mucho tiempo para que el campo se recuperase y los embalses alcanzaran niveles óptimos que asegurasen una campaña de regadío normal". "Lamentablemente, a día de hoy, y con las previsiones que tenemos a medio y largo plazo, no albergamos esperanzas de que se produzca este escenario", concluye.
"En los 90 hubo una sequía durísima" que mostró su peor cara en 1995 y "desde entones no han hecho nada", se queja un ciudadano
El tiempo, algo desapacible, parece haber disuadido a algunos de acudir al parque de La Batería. No es el caso de José Luis, un jubilado que cada día acude al parque a hacer deporte. "Es lo que me queda, ya no trabajo", comenta sonriendo. Explica que lleva unos años residiendo en Torremolinos, pero que no es natural del municipio. Es de una localidad del interior que suele visitar y donde está comprobando desde hace tiempo los estragos de la sequía. Tiene un terreno y señala "los acuíferos y los pozos de riego se han secado".
"No hay agua", resume este hombre, que se muestra escéptico conque el desaguado de la laguna con barcas que rodea cada día cinco veces durante su entrenamiento "vaya a suponer algo". José Luis prefiere echar la vista atrás y poner el foco en la responsabilidad de los políticos al frente de las distintas administraciones. "En los 90 hubo una sequía durísima" que mostró su peor cara en 1995 con cortes de suministro generalizados. Y "desde entones no han hecho nada".
"Qatar tiene menos agua que nosotros y es un vergel", señala este ciudadano para señalar la falta de inversión para ser previsores y adelantarse al problema de la escasez de recursos hídricos.
El presidente andaluz anunció días atrás un cuarto decreto de medidas contra la sequía que incluye nuevas actuaciones y viajó a Bruselas para tratar con las autoridades europeas las consecuencias de la crisis de la falta de agua. Moreno entregó al vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Maroš Šefčovič, un informe sobre el impacto económico que está teniendo en esta región y solicitó la activación del Fondo de Solidaridad europeo.
El documento recogía que la sequía tuvo un coste equivalente al 2,1% del Producto Interior Bruto (PIB) andaluz en 2023 —4.270,20 millones de euros— y detallaba una merma del 15,1% en el superávit de la balanza comercial exterior de alimentos de la comunidad. Pero sus estimaciones para el presente ejercicio no son nada halagüeñas. La conclusión es que el zarpazo al PIB se incremente en 255,25 millones durante 2024.
El sector agroalimentario, que representa el 25% del tejido productivo andaluz, es la que está recibiendo el golpe más duro. El representante de la UPA explica que "muchos agricultores y ganaderos han llegado a un punto de no retorno y han cesado la actividad".
"Se extiende el desánimo a pesar de que somos optimistas por naturaleza", reconoce, para confesar que esperan un aumento de las restricciones más severas en el riego "que las que venimos sufriendo los dos últimos años y que, por ejemplo, han reducido a la nada cultivos como el arroz y han disminuido otros como el algodón o los leñosos".
Cristóbal Cano señala que la situación de las explotaciones de secano es "más catastrófica", porque "a la sequía se le suma el anormal comportamiento de las temperaturas", y afirma que la cantidad de agua que pueden utilizar para el riego, "en muchos casos, solo sirve para que no se sequen los árboles".
El número de empresas agrarias y exportadoras de alimentos andaluzas cayó en 2023
"No podemos ser optimistas", reitera, para prever un complejo futuro que han comenzado a dibujar distintos indicadores. Las estimaciones del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) apuntan a que en 2023 la producción agraria andaluza cayó un 13% frente al 2% del conjunto de España. La Encuesta de Población Activa (EPA) ha revelado que el número de ocupados descendió un 9,4% en el sector agrario y un 4,5% en la industria de la alimentación. Y los datos que manejan el Ministerio de Trabajo y Economía Social y el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo alertan de que el número de empresas agrarias inscritas en la Seguridad Social ha disminuido un 3% y que las exportadoras de alimentos han caído un 4%.
'Guerra sucia' en el turismo
El campo ha sido, tradicionalmente, el gran sufridor de la falta de agua. Pero la gran industria de la comunidad comienza a expresar su nerviosismo. El turismo acumuló durante 2023 datos históricos y las previsiones son excelentes para este año. Pero el riesgo de cortes en el consumo y la afección que la reducción del suministro pueda tener en la oferta de ocio, cultura y deporte puede disuadir a potenciales visitantes que en estos momento planifican sus vacaciones.
La delegada del Gobierno andaluz en Málaga, Patricia Navarro, aseguraba tras una reunión con representantes de hoteleros, empresarios de playa, campos de golf y hostelería que "los recursos van a estar disponibles esta temporada". Y lanzó "un mensaje de tranquilidad y certidumbre de cara a la próxima temporada turística".
Esta postura conciliadora parece querer contrarrestar comentarios, más o menos interesados, que pueden erosionar la reputación del destino. Es lo que deslizó el concejal de Turismo del Ayuntamiento de Málaga, Jacobo Florido, al aludir a la "publicidad" o "propaganda" que se pueda crear "cuando no es verdad".
"A algunos competidores les puede interesar decir que en Málaga o la Costa del Sol no va a haber agua y eso no es así. Hoy por hoy, el consumo humano está garantizado, y no se esperan cortes", aseguró el edil.
Esta sequía ha sido catalogada como la peor del milenio y un centenar de municipios de la comunidad tiene problemas en el suministro de recursos hídricos. 3,5 millones de andaluces viven en zonas en situación de emergencia y casi medio millón no dispone de agua potable o están sufriendo cortes.
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