Una de las más emblemáticas de la ciudad es la plaza de Cataluña, que mide 30.000 metros cuadrados y está rodeada por seis esculturas.
Las ciudades están llenas de plazas de todos los tipos, tamaños, diseños y épocas. Rodeadas por rascacielos y edificios majestuosos, estos espacios se han convertido en lugares emblemáticos. Barcelona tiene una gran cantidad de plazas, repartidas a lo largo y ancho de sus barrios. Sirven como puntos de encuentro y reflejan la identidad de la Ciudad Condal: quiénes las habitaron, la cultural, la historia...
Una de las más emblemáticas de Barcelona es la plaza de Cataluña. Mide 30.000 metros cuadrados y está rodeada por seis esculturas que representan la sabiduría, el trabajo y las cuatro capitales catalanas: Barcelona, Girona, Tarragona y Lleida. A pocos metros se encuentra otra de las populares: la plaza de San Felipe Neri. Está muy cerca de la Catedral de Barcelona.
Estas plazas, impregnadas de historia y cultura, son destinos obligados para los millones de turistas que cada año visitan la ciudad. Con sus fuentes, esculturas y arquitectura, estos lugares se han convertido en una parada para aquellos que quieren explotar la historia y las calles.
La plaza más bonita de Barcelona
Es complicado elegir una única plaza de Barcelona. Todas tienen su encanto propio: desde el fotomosaico del beso de la plaza de Isidre Nonell hasta la famosa torre de telecomunicaciones de la plaza Europa. Aun así, podría decirse que una de las más bonitas de la Ciudad Condal es la plaza Real, una de las más conocidas del barrio Gótico.
Está muy próxima a La Rambla y se construyó donde se ubicaba el antiguo convento de los capuchinos. En un principio, este solar iba a ser destinado a la construcción de un teatro, pero finalmente se decantaron por proyectar una plaza cerrada. Una de sus peculiaridades son sus farolas. Concretamente, dos de ellas son obra de Antonio Gaudí, uno de sus primeros trabajos.
Fue diseñada por el arquitecto Francesc Daniel Molina, que concibió una plaza lujosa con la finalidad de enaltecer la monarquía. Es por ello que este lugar conecta con los pasajes más famosos y lujosos de la ciudad, como el de Bacardí y el de Madoz. Se construyó durante el reinado de Fernando VII, al que se iba a homenajear con una estatua ecuestre en el centro. Al final, se colocó la fuente de las Tres Gracias.
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