Arantxa Echevarría (Bilbao, 55 años) parece tener siempre una carcajada a punto de escapar. En el madrileño barrio de Lavapiés, cerca de su casa, habla de su aita y de su amatxu, pero dice que nació en Bilbao por casualidad. “Él era aparejador en la constructora que levantó las Torres de Colón. Vivían en Málaga, pero cuando ella se volvió a quedar embarazada él dijo: ‘A Bilbao’. Y allí se fue con la cuadrilla de fiesta”. Cuenta que su padre no habló castellano hasta los 18 años. “Nos criaron como vascos. Pero mi madre es de Burgos. Se conocieron porque mi abuela tenía un bar en las Siete Calles de Bilbao y mi madre trabajaba de camarera. Se enamoraron mogollón… Cuando murió, ella se hizo tarjetas que ponía: ‘Viuda de Echevarría”.
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