Saludaba cordialmente el Metropolitano a Javier Aguirre , un viejo conocido que entrenó al Atlético de Madrid cuando corrían tiempos no tan plácidos como los actuales. El técnico hoy del Mallorca se llevaba la mano al pecho en una muestra de verdadera gratitud; el amor fue tan real como efímero entre el mexicano y la afición. Aquella relación (2006-2009) correspondió a la última vez que el banquillo rojiblanco conoció algo parecido a la estabilidad antes de comenzar su longevo e inacabado idilio con Diego Pablo Simeone . Lejos de aquellos días de otra década, el equipo rojiblanco está hoy instalado en una alegría perenne; más si cabe si juega en casa, donde la moneda suele salir cara. Comenzó el partido y, para sorpresa de nadie tras un inicio de temporada magnífico, el Atlético amasó la bola, la trato con zalamería y se acercó al gol muy rápido por medio de un extramotivado Marcos Llorente , que observó un desmarque incisivo de Morata y le puso un bello pase interior que por centímetros no alcanzó el capitán de la selección española. Un fallo extraño en un delantero que hace unos meses retomó sus votos con el gol. Llorente seguía cargando con el grueso del peligro local; estaba en un estado de forma pletórico y, después de varias salidas de renombre desde el banco, el ex del eterno rival quería demostrar que merece un papel principal en los planes de Simeone. Justo en el otro carril, el zurdo, como si movido por la envidia fuera, Samuel Lino y sus regates trileros cobraban relevancia. El brasileño, que este sábado alternaba a Rodrigo Riquelme en esa bonita lucha por la banda izquierda, maridaba bien con Griezmann y Correa; y de tal asociación nació otra ocasión clamorosa, pero el argentino, con todo a favor para empujarla al fondo de la red de Rajkovic, casi sacó el balón del estadio. Mientras tanto, en respuesta a la felicidad atlética, un Mallorca herido moralmente, dañado cualitativamente sin Maffeo ni Muriqi , a orillas del descenso e inmerso en una depresión de siete partidos consecutivos sin conocer la victoria en la Liga, trataba de construir un muro en las puertas de su área. Defendían los de Aguirre por acumulación (en dos densas líneas sobre los fueros de Rajkovic y con Abdón, descolgado, navegando en mar ajeno). El balón parecía generarle repulsa a los baleares, aunque, sea como fuere, su plan funcionaba. El tiempo pasaba y el premio del empate al descanso se convirtió en una verdad irrefutable. Poco a poco y sin avisar, el Mallorca consiguió adormilar el duelo, llevarlo a un limbo donde sus cabalgadas con balón fueron reales. E, incluso, en una falta lanzada con una clase superlativa por Sergi Darder , Nastasic tuvo el 0-1 en su frente. La diosa Fortuna, en este caso, guiñó al Atlético de Madrid.Noticia Relacionada Fútbol estandar No Atlético -Mallorca, estadísticas del partido Todos los números y datos del encuentro de la Liga entre Atlético - Mallorca, de la jornada 14 Pasado un tiempo prudente, el Metropolitano redescubrió un sentimiento similar al temor . Había pasado una hora y el 0-0 ya le era incómodo. ¿Había caído en la trampa de las siempre peligrosas expectativas? ¿Acaso el Mallorca más taciturno de la temporada iba a empañar el partido 600 del capitán Koke con la rojiblanca? ¿Acabaría así la racha de victorias en casa? Todas estas preguntas eran incógnitas, miedos incluso; no obstante, lo único cierto era que Rajkovic lo paraba todo a Morata , mientras que Correa empeñaba sus disparos más allá de los tres palos.Y de nuevo, GriezmannEl Atlético chocaba una y otra vez contra el muro que bien construyó pronto el Mallorca, y todas aquellas preguntas anteriormente planteadas parecían adherirse al desenlace del encuentro. Sin embargo, Antoine Griezmann acudió al rescate. El histórico atacante francés, en un oasis de lo que fue una noche mediocre en lo personal, decidió el partido con precioso remate de cabeza a la escuadra izquierda del meta serbio de los bermellones. El centro de Mario Hermoso , que es preciso recordar que es el defensor con mejor pie de la zaga rojiblanca, bien merece una reseña aparte. Consiguió el Atlético su decimosexta victoria seguida en casa, ascendió a la tercera plaza liguera al aprovechar el empate del Barça en Vallecas y saboreó de nuevo los tiempos no tan lejanos de triunfos por la mínima y sufrimiento extremo, porque el mano a mano errado por Amath no tiene nombre.
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